La preocupación y el estrés son dos grandes problemas de esta época en donde todos quieren lograr nuestras metas y se sienten presionados por diferentes contextos. Tanto la familia, los amigos, el trabajo o la propia sociedad suelen imponer tiempos y objetivos que cada vez te hacen sentir más angustia por lograrlos.
Cuando esos logros no llegan o te demoras en alcanzarlos suele suceder que sientes un profundo sentimiento de fracaso o que tu vida va mal. Esto se agudiza si además tiendes a comparar tu vida con la de otros a los que si supones que todo les va bien.
El efecto destructivo de compararte con los demás
Las redes sociales muestran de manera constante lo mejor de la vida de los demás. Situaciones donde ves gente sonriendo todo el tiempo, fotos de logros, viajes o cuerpos perfectos pueden ser otro factor que menoscabe la autoestima si consideras que tu vida no va del todo como la planeamos.
Si a este refuerzo de vida ideal que muestran las redes le sumas que no siempre eres productivo y que tiendes quizás a, por ejemplo, la procrastinación, es probable que la angustia se acreciente.
La improductividad, el estrés y la ansiedad van de la mano cuando sientes que te preocupas por demás, y cuando dejas de tomar acción sobre lo que dices que deseas lograr.
Por eso quiero darte algunos tips que se que pueden ayudarte a tener más control sobre tus metas y objetivos personales.
7 tips para dejar de preocuparte por todo y ser resolutivo
Antes de seguir quiero hacerte una pregunta: ¿sabes cuál es la diferencia entre las cosas que puedes cambiar y las que no puedes cambiar en tu vida?
Para poder responder esta pregunta es necesario entender que cuando un problema no tiene solución deja de ser un problema y se convierte algo con lo que deberás convivir día a día.
Es necesario aprender a transitar el camino de las soluciones. Entender que cuando las cosas tienen solución tampoco son un problema, son una circunstancia pasajera. Entonces, deja de llamar “problema” a cualquier asunto que se puede resolver de alguna forma. Llámalo, en todo caso, “asunto a gestionar”.
Posicionarte desde este lugar ante las diferentes situaciones que te acontecen te va a permitir tomar la distancia necesaria como para dejar que las cosas sucedan mientras desarrollas una proactividad natural sobre lo que sí tienes control: tus emociones.
Estas ideas pueden ser útiles para dejar de preocuparte y empieces a ocuparte:
1. No controlas todo, solo puedes gestionar tus emociones
Muchas de las preocupaciones que diariamente tienes se deben a cómo reaccionas a los eventos y al nivel de importancia que le das a lo negativo en tu vida.
Si tan solo pudieras ser más conscientes de que la forma de reaccionar es clave para adaptarse a nuevas realidades, pensarías dos veces cuál es la mejor forma de reaccionar en vez de precipitarte al caos o el extremismo emocional.
Nuestros pequeños mundos, arduamente construidos, van a entrar en caos cada cierto tiempo. Acéptalo, dirían los estoicos, y vive sin reaccionar a lo que escapa de ti.
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2. Necesitas redefinir el plan
Cuando el plan A falla el abecedario tiene muchas otras letras. Si lo eliges, puedes convertirte en la persona que desearías tener cuando enfrentes escenarios no previstos. ¿Cómo crees que reaccionaría la persona que más admiras si le pasara un evento como el que te hace preocuparte? ¿Qué planes y decisiones pondría en marcha? Piensa en ello y encontrarás resguardo para el exceso de ideas angustiantes.
3. Se trata de fluir con el ahora
Muchas de las preocupaciones provienen de tu comparación con otros seres humanos y con otros tiempos. Añoranzas de un pasado mejor o del futuro incierto son como latigazos para tu actitud hacia el presente.
Los budistas han fundado todo su sistema de creencias en la idea de fluir con el ahora. Sin pedirte que te conviertas a ninguna filosofía en particular, es interesante observar cómo esta idea por sí misma puede ayudarte a dejar las preocupaciones de lado.
Cuando te concentras en el momento presente no estarás angustiado por el futuro ni focalizas en tu estado pasado de mayor calma y certeza, donde supones que estaba tu seguridad perdida.
Fluir con el ahora implica ser observadores de los acontecimientos. No un observador ingenuo sino alguien que es capaz de no juzgar emocionalmente algo que acontece y caer en el exceso de ese juicio. Pues si hay algo cierto, es que la vida fluye. Tu vida fluye.
4. Eres tus experiencias y no tus fracasos
Fracaso es una palabra que la inventó alguien que no sabía cómo llamar a esas situaciones donde pasamos de un supuesto resultado final exitoso a varios resultados no previstos de manera consecutiva.
La sola idea de que puedes fracasar en algo asusta, lo entiendo. Y asusta aún más si la idea es aún más persistente porque estamos en una serie de esas situaciones consecutivas donde los resultados esperados son distintos a los obtenidos. Preocupa.
Aquí la actitud que sugiero es la de ser un aprendiz. No se aprende la maestría en nada importante al primer intento. Se requiere ser perseverante, y dejar de considerar al fracaso como un quiebre en tus planes; más bien, pasar a verlo como un puerto de aprendizajes extra que ahora tienes para tu barco de experiencias.
5. Podemos perder todo excepto nuestra actitud
Muchas de las biografías de los más exitosos emprendedores, inventores y exploradores de la historia mencionan que en algún momento arriesgaron y perdieron todo lo que tenían hasta entonces para poder buscar aquello que deseaban. Y aunque el riesgo siempre fue alto, la recompensa valió la pena.
En esas biografías se hace notar que ellos tenían algo que los hacía destacar con respecto a los otros hombres y mujeres de su época: tenían actitud. Tenían el temple necesario para ir por aquello que deseaban incluso sabiendo que podían perderlo todo, aunque con la suficiente firmeza de que podrían obtener más. Tener actitud para tomar decisiones te traerá paz si confías en ti mismo.
6. Concéntrate en tu para qué
No es simple motivación. No es la rutina. No es la idea de éxito medido en función del dinero y bienes.
Lo que define las acciones más trascendentales de una persona es su gran “para qué”. Si tienes una visión clara del impacto de cada una de tus decisiones en un escenario de tu vida donde quieres alcanzar éxito en todos los niveles de tu vida, debes definir un gran para qué.
De esta forma, cuando algo no previsto acontezca, el impacto será mínimo pues tú sabes hacia dónde vas y quién necesitas ser para alcanzar ese gran objetivo que tienes. Define el por qué (cuál es el motivo) y para qué (cuál es el propósito) por el que haces lo que haces y serás imparable.
7. Deja que el mundo siga. Tú dedícate a perseverar.
La perseverancia es una de las mejores formas de calmar las preocupaciones. Si confías en ti, en tus capacidades, en tus habilidades y en todo lo que has logrado hasta este momento en tu vida, entonces sabes que perseverar en el logro de tus objetivos es el mejor camino para concentrarte en tomar decisiones que te acerquen a tus metas.
Cuando alguien valiente toma nuevas decisiones confía el tiempo suficiente como para seguir tomando más y mejores decisiones. Paso a paso, eso te acercará a tus más grandes metas.
Un breve resumen
Llegando a este punto te sugiero: toma decisiones, define tus prioridades, concéntrate en el presente de tus acciones y enfócate en mejorar la forma de gestionar tus emociones frente a escenarios caóticos. Las preocupaciones son eso, ideas previas a las ocupaciones.
No te dejes llevar por esas ideas. Tú eres alguien que ha tomado buenas decisiones antes y las vas a seguir tomando. Concéntrate en lo que es importante para ti y confía en quién eres.
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