En el entorno laboral, existen responsabilidades que, aunque esenciales, a menudo pasan desapercibidas y no son remuneradas. Estas tareas, conocidas como trabajo emocional, tienen un impacto significativo en quienes las realizan, y son las mujeres quienes mayormente llevan esta carga.
La socialización de las mujeres en profesiones de cuidado
Históricamente, las mujeres han predominado en profesiones que requieren un alto contenido emocional, como la enfermería, la educación y la hostelería. Hackman sostiene que esta tendencia no es inherente a las mujeres, sino resultado de la socialización desde temprana edad. Las niñas son educadas para orientarse hacia los demás, siendo vigiladas y reforzadas en comportamientos empáticos y de cuidado.
La socialización de género, perpetuada por los medios de comunicación, las redes sociales y las normas culturales, limita las opciones profesionales de niñas y niños. Desde cuentos infantiles hasta modelos de rol en la sociedad, se construye una narrativa donde las mujeres son las cuidadoras y los hombres los científicos y pilotos, reforzando estereotipos que influyen en la elección de carreras y en la percepción de habilidades emocionales.
El trabajo emocional en la ciencia y la sociedad
El concepto de trabajo emocional fue introducido por primera vez por Arlie Hochschild en su libro de 1983, The Managed Heart. Desde entonces, las ciencias sociales han explorado cómo este trabajo afecta desproporcionadamente a las mujeres. La socióloga Jess Zimmerman, al escribir sobre este tema, recibió una avalancha de comentarios de mujeres que se identificaban con su descripción del trabajo emocional como actos agotadores y poco reconocidos.
El trabajo emocional incluye tareas como planificar eventos, coordinar horarios, recordar cumpleaños y mantener un ambiente de trabajo positivo. Estas actividades, aunque esenciales, no suelen ser reconocidas como trabajo y recaen principalmente en las mujeres, limitando sus oportunidades de promoción y reconocimiento profesional.
La carga invisible del trabajo emocional
Los hombres pueden avanzar en sus carreras mostrando competencia y confianza, pero a las mujeres se les exige adicionalmente empatía y habilidades prosociales. Un estudio publicado en la revista Human Resource Management muestra que las mujeres deben demostrar no solo competencia, sino también una capacidad para anticipar necesidades y mediar en conflictos, lo cual consume tiempo y recursos.
Además, un estudio de 2022 del Departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York en Abu Dhabi encontró que, aunque el comportamiento prosocial mejora el bienestar de los empleados, también puede mantener a las mujeres fuera de roles de liderazgo al agotar su tiempo y hacer más difícil que legitimen su poder.
Reconocer y valorar el trabajo emocional
El primer paso para crear más valor en torno al trabajo emocional es reconocerlo como trabajo legítimo. Según Hackman, es necesario un cambio normativo que valore las habilidades orientadas a los demás y la empatía en el entorno laboral. Esto implica incluir estas tareas en las descripciones de puestos y evaluaciones de desempeño, y distribuir la carga emocional de manera más equitativa entre todos los empleados.
Consecuencias del trabajo emocional no reconocido
En industrias como la hostelería, donde el salario mínimo con propinas es extremadamente bajo, las mujeres son particularmente vulnerables a la explotación y el acoso sexual. Un estudio de ROC United encontró que las mujeres en estados con salarios mínimos más bajos tienen el doble de probabilidades de sufrir acoso sexual en comparación con aquellas en estados con salarios más altos.
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Cambiando la narrativa sobre el trabajo emocional
El trabajo emocional no debería ser visto como una cualidad innata de las mujeres, sino como una habilidad que merece reconocimiento y compensación adecuada. Jessica Collett, socióloga en la Universidad de California, señala que la propensión de las mujeres a involucrarse en el trabajo emocional está más relacionada con su socialización de género y su posición en la sociedad que con su sexo biológico.
Es hora de reevaluar cómo valoramos el trabajo emocional en el entorno laboral. Reconocer y compensar adecuadamente estas tareas no solo es justo, sino que también puede mejorar la equidad de género en el trabajo. Las mujeres no deben cargar con la responsabilidad invisible de mantener el bienestar emocional de sus entornos laborales sin recibir el reconocimiento y la remuneración que merecen.