El yaguareté significa "La Verdadera Fiera" en Guaraní, el dialecto de un pueblo originario sudamericano. Este animal es el rey de las selvas tropicales y subtropicales de América, el mayor felino del continente y el tercero del mundo.
Su capacidad de adaptación le permite vivir tanto en la selva más tupida como en sabanas abiertas, y es una especie solitaria. Sin embargo, a pesar de su capacidad de adaptación, el yaguareté se encuentra en peligro de extinción, junto con otras 500 especies, a causa de la destrucción de todos los lugares en los que habita naturalmente.
Actualmente quedan entre 7 mil y 15 mil ejemplares en todo el continente. Esta grave situación es producto de la continua reducción de su hábitat por el desmonte y transformación para agricultura y la ganadería, y de sus encuentros con el hombre, que suelen terminar con su vida.
El Noreste argentino era uno de los hábitats naturales del yaguareté, pero actualmente solo quedan alrededor de 200 de ellos, distribuidos en las provincias de Chaco, Formosa, Jujuy, Misiones, Salta y Santiago del Estero.
Sin embargo, algunas organizaciones, tanto del ámbito público como privado y académico, están haciendo lo posible para la recuperación del yaguareté. Es el caso del Centro Experimental de Cría de yaguaretés, el Ministerio de Ecología de Misiones, la Administración de Parques Nacionales, la fundación Vida Silvestre, y los investigadores del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), que están trabajando en conjunto en un proyecto que busca reproducir yaguaretés para reinsertarlos en su hábitat natural.
En condiciones silvestres, cada macho de yaguareté establece su territorio expulsando a los otros, pero lo comparte con varias hembras, con las que se aparea. Los individuos de ambos sexos se juntan por períodos más o menos prolongados, únicamente durante la época de celo, para reproducirse.
Pero en el Centro Experimental de Cría de Yaguareté (CECY), ubicado en los Esteros del Iberá, se está llevando a cabo un proyecto diferente.
En mayo de 2015, llegó al centro Tobuna, una hembra proveniente del zoológico de Mar del Plata. Un grupo de ambientalistas con asesoramiento de científicos del CONICET comenzó entonces a trabajar para conseguirle una pareja, con el objetivo de que se reprodujeran, y la esperanza de lograr, dentro de cuatro años, reintroducir a sus hijitos en la naturaleza.
Finalmente, llegó el amor. Nahuel, un macho de 12 años de edad y unos 75 kg de peso, oriundo del zoológico de Bubalcó (Río Negro), llegó a Corrientes para reunirse con Tobuna.
Su historia de amor quedará en la historia, porque es la primera vez que se intenta reproducir esta especie con la finalidad de reintroducir a su descendencia en ambientes silvestres donde está actualmente extinto.
Ambos animales ya se conocieron, y ya se están observando y reconociendo a la distancia. Se espera que muy pronto puedan aparearse, y así, dar comienzo a una historia de amor que podría salvar una especie.