Theunis Botha era un cazador y estaba orgulloso de serlo. En el sitio web de su empresa, se anunciaba como el hombre que había perfeccionado la caza de leopardos y leones en África usando perros. Matar animales por diversión le parecía bien.
Este hombre de 51 años sufrió un trágico y controvertido final hace algunos días. El cazador estaba liderando a un grupo de personas en tierras estatales en Zimbabue, cuando el peso de un elefante herido cayó sobre él y lo aplastó. Botha acababa de matar a sus crías.
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Botha había disparado a tres crías de elefante cuando el grupo se topó con ellas. Pero la madre de los elefantes muertos atacó al cazador, levantándolo con su trompa por los aires.
Fue entonces cuando uno de los cazadores del grupo disparó al enorme animal, que soltó a Botha, pero cayó herido. El peso de la hembra de elefante cayó sobre el cuerpo del cazador y las heridas le causaron la muerte.
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En esa región de Zimbabue cazar está permitido, aunque se trata de un lugar cercano al parque nacional Hwange, el mismo en donde en julio de 2015 un cazador estadounidense aficionado mató al león Cecil, considerado el más famoso y amado del país.
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Botha era, según la prensa, amigo de Scott Ven Zyl, otro cazador, cuyos restos fueron hallados el mes pasado dentro de un cocodrilo.
La caza deportiva es una actividad indudablemente cruel con los animales, y también peligrosa para los humanos.
Entonces, ¿porqué se permite?