Cada año, al menos 1000 personas en India son quemadas con ácido por personas que buscan hacerles un daño para siempre. Nueve de cada diez son mujeres. Algunas son víctimas de parejas o ex parejas celosas, o de pretendientes con los que no se quisieron casar. Otras, son atacadas por conflictos familiares o financieros, y algunas incluso por sus propias familias. Ellas vivirán toda su vida con cicatrices que cambiarán su rostro para siempre.
Y esto no ocurre solamente en India. En otros países del sur de Asia, como Bangladesh o Pakistán, los ataques con ácido también son frecuentes. En Bangladesh hubieron hasta 500 casos anuales, aunque se cree (si bien no hay estadísticas exactas) que las cifras están disminuyendo desde que el gobierno tomó medidas para que el ácido sea más difícil de conseguir. Se cree que esa facilidad hace que sean tan frecuentes estos ataques en la zona.
Colombia es otro de los países con más casos de ataques con ácido en el mundo. Natalia Ponce de León, por ejemplo, sufrió este tipo de ataque a los 33 años, y actualmente dirige una fundación para ayudar a mujeres víctimas de violencia.
La modelo inglesa Katie Piper sufrió el ataque con ácido de un novio celoso en 2008 y desde ese momento es otra referente de la lucha de estas mujeres para recuperarse.
En la ciudad de Agra, en India, a pocos kilómetros del Taj Mahal, un grupo de mujeres que sufrieron este tipo de ataques emprendió un proyecto para seguir adelante.
Ellas atienden el bar Sheroes hangOut, que lleva ese nombre porque se consideran verdaderas heroínas al enfrentarse cada día a su historia y a una sociedad que muchas veces se acerca a ellas con temor y con apatía, al ver sus rostros desfigurados.
El local fue idea de Stop Acid Attacks, una fundación que busca impedir que este tipo de ataque siga sucediendo y ayudar a las personas que los han sufrido a recuperarse, recobrar su autoestima y confianza y encontrar un trabajo, algo que muchas veces se les hace difícil sobre todo porque los empleadores evitan darles cargos de atención al público.
Las mujeres que trabajan en el bar cuentan que este trabajo las está ayudando a recuperar su autoconfianza y a prepararse para conseguir luego otro trabajo por fuera de la fundación.
Tienen historias diferentes, pero con mucho en común. A Rupa, su madrastra la atacó en 2008 mientras dormía. Tenía 15 años cuando se le derritieron los labios, la nariz y las mejillas. "Ella no quería que me casara porque al hacerlo tendría que irme a la casa de mi marido y no podría ayudarla en la nuestra", explica.
Ritu, en cambio, fue atacada en 2012 mientras caminaba por la calle por un hombre que no conocía. Luego se enteró de que era una venganza por una deuda de sus padres. El factor común de todas las historias es un agresor que no quiso matarlas si no dañarlas para siempre; concretamente, dañar su rostro. Pero ellas quieren demostrar que su aspecto exterior no es tan importante como su fuerza interior.
Las mujeres Sheroes Hangout buscan desafiar a la sociedad india y replantear la idea de la belleza: en cada una de las mesas hay un texto que pide a los visitantes que dejen atrás sus prejuicios hacia la gente desfigurada, y ahora buscan también difundir su historia para derribar los prejuicios en el mundo entero.
El bar es un pequeño refugio colorido y acogedor en una ciudad algo caótica. Está decorado con grafitis y murales dedicados a la mujer, dibujados por voluntarios de Delhi, y tiene una pequeña biblioteca con libros de Nelson Mandela, Gandhi, el Dalai Lama o Malala donados por la gente.
Es bueno celebrar iniciativas como ésta, pero lo mejor sería que no tuvieran que existir. En todo el mundo hay personas que luchan por el fin de todo tipo de violencia y por la igualdad de todos los seres humanos. Ojalá, pronto ganen la batalla y lugares como éste ya no tengan que existir.