En busca de una experiencia enriquecedora en Tailandia, Victoria Curthoys, una viajera de 29 años de Australia, decidió someterse a un tratamiento de pedicura que prometía una exfoliación rejuvenecedora de la piel de los pies. Sin embargo, lo que parecía un viaje turístico común se convirtió en una pesadilla inimaginable.
La terapia en cuestión involucraba la utilización de pequeños peces de agua dulce, conocidos como Garra Rufa, que son populares en Tailandia por sus supuestas propiedades medicinales. Estos peces se encargan de eliminar la piel muerta de los pies de los pacientes mientras nadan en una piscina de agua. En un principio, parecía inofensivo y limpio.
Sin embargo, poco después de someterse al tratamiento, Victoria comenzó a experimentar dolores de cabeza crónicos y cosquilleos en los pies, síntomas que llevaron a una serie de investigaciones médicas que revelaron el origen de su sufrimiento.
Conmoción y terrible diagnóstico
Las pruebas revelaron que Victoria había contraído la enfermedad Schwelmenella, una infección devastadora que devora los huesos de las víctimas. Los médicos se vieron obligados a intervenir quirúrgicamente para frenar la infección, lo que resultó en la amputación de su dedo gordo del pie derecho.
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A pesar de esta dolorosa experiencia, el sufrimiento de Victoria no terminó ahí. A medida que las infecciones continuaron avanzando, los médicos tomaron la decisión de amputar el resto de sus extremidades. Lo que comenzó como un intento de mejorar la apariencia de sus pies se transformó en un calvario de infecciones óseas y múltiples amputaciones.
En sus propias palabras, Victoria describió la pesadilla que vivió: "Terminé teniendo otra infección ósea en el dedo gordo del pie y los médicos tardaron más de un año en descubrir qué tipo de virus tenía. Cuando se dieron cuenta de lo que era, todo el hueso del dedo del pie se me había comido y había estado sufriendo enfermedades todo el tiempo”.
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Una llamada de alerta
Esta historia, que ha conmovido a las redes sociales, resalta la importancia de ser cauteloso al considerar tratamientos estéticos y procedimientos no convencionales en el extranjero. Aunque algunos viajeros han tenido experiencias exitosas con tratamientos similares, la historia de Victoria destaca los peligros potenciales involucrados en estas prácticas, que a menudo carecen de regulación y supervisión adecuadas.
En lugar de una experiencia de belleza, Victoria se encontró enfrentando la peor de las pesadillas. Su valiente testimonio sirve como una llamada de alerta para quienes puedan considerar tratamientos estéticos en entornos no convencionales. La historia nos recuerda que, a pesar de la búsqueda de la belleza, la salud y la seguridad deben ser siempre la prioridad.
Fuente: La Nación.