¿Qué harías si ves a alguien que está luchando por salir del agua sin lograrlo, en un río, lago o en el mar? Posiblemente, responderás que lo ayudarías. Tal vez harías lo mismo con un perro, o con algún otro animal. Pero... ¿Te arrojarías al agua sin dudarlo, si ese alguien fuera un enorme oso de 200 kilos?
Esa pregunta tuvo que hacerse el biólogo Adam Warwick, pero no tuvo mucho tiempo para pensar. Aunque su vida corría peligro al intentar llevar al pesado animal a tierra firme, no dudó en intentar rescatarlo. Es que el oso había sido puesto en peligro por los humanos, y Adam creyó que por eso tenía la responsabilidad de salvarle la vida. Hizo lo posible... ¡Y lo logró?
¿Cómo pudo llegar un oso a estar en peligro de ahogarse?
El hecho ocurrió cerca de una reserva natural. El oso se encontraba dando un paseo, pero se alejó demasiado de su hábitat. Entonces, ingresó en una zona urbana, una playa donde podía haber personas y niños. Con el fin de "evitar un accidente", las autoridades de la zona le dispararon dardos tranquilizantes.
Aunque pudo esquivar algunos disparos, por lo que no se durmió del todo, el oso quedó bastante mareado. Buscando refugio, pero atontado y sin saber lo que hacía, ingresó al agua. Estaba demasiado confundido como para salir.
Entonces fue cuando Adam decidió que no podía permitir que el animal tuviera una muerte tan injusta, y se arrojó valientemente a salvarlo.
El animal de 180 kilogramos era demasiado pesada como para que un hombre solo pudiera sacarlo del agua. Pero Adam logró retrasar el hundimiento durante los minutos suficientes para que las autoridades consiguieran una maquinaria adecuada para rescatarlo.
El oso fue salvado por una grúa y llevado de nuevo a la reserva natural.
Una historia con final feliz, pero que nos hace reflexionar, porque podría haber terminado de otra manera.