Mae Mor, una elefanta de 70 años de edadrescatada en marzo de este año, murió hace algunos días. Sus últimos meses fueronplenos, llenos de cuidado y sobretodo: libres.
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En Burm& Emily’s Elephant Sanctuary, un santuario ubicado en Tailandia, los elefantes soncuidados y queridos, así fue el caso de Mae Mor, una elefanta que fue rescatadaen marzo de este año y la llevaron a su santuario para que pudiera obtener elamor, la atención y la libertad que se merecía.
Los directores del Santuario habían vistopor primera vez a Mae Mor hace 4,5 años trabajando como una elefanta trekking en un campamento en elnorte de Chiang Mai. Tenía bajo peso y sufría de mala digestión. En elmomento el propietario del campamento no fue muy amable y no pudieron obtenerinformación sobre sus propietarios.
Según una nota publicada por Burm & Emily’s Elephant Sanctuary, finalmenteen marzo de este año localizaron a los dueño de Mae Mor. Eran profesores y alegaronque no tenían tiempo para cuidar de un elefante, que es por qué ella estaba enel campamento.
Dijeron que “se sentirían honrados sipudiéramos llevarla a la jubilación, donde ya no trabajaría y podría recibir elamor y el cuidado que ella necesitaba. Mae Mor se había vuelto demasiado débilpara trabajar y la dejaron encadenada enun campo bajo el sol caliente. Mae Mor, que tenía unos 70 años de edad,tenía un peso muy bajo, tenía losdientes muy gastados, estaba desnutrida, estaba cubierta de abscesos y llagasy padecía varios problemas de salud.” En realidad, ella no debería haber sido explotada de esa manera nunca en su vida.
Últimosdías
En una nota de prensa, Burm & Emily’s Elephant Sanctuary expresó: desde el 8 deagosto Mae empezó a mostrar signos de debilitamiento, después de 12 días sin mejoray un sinnúmero de discusiones con veterinarios, sentimos que necesitábamoshacer cambios en el plan de tratamiento para que ella pudiera tener más tiempode calidad y podríamos reducir sus niveles de estrés.
Comenzamos nuestros días antes y terminamosmás tarde, haciendo terapia fluida y medicamentos en las primeras horas de lamañana y luego liberándola para caminary explorar, luego la traeríamos de nuevo en las tardes para terapia defluidos, más medicamentos y tratamientos. Increíblemente su trabajo de sangrecomenzó a mejorar, sus enzimas de riñón estaban mostrando mejoras y ellacomenzó a tratar de comer de nuevo. Pero finalmente, ella entró en su último descanso.
"Si el amor hubiera podido salvarla, ella hubiera vivido para siempre", escribió una de las cuidadoras del santurario.
Su voluntad de vivir sopló la mente de muchosveterinarios, quienes dijeron que ella estaba llena de lucha, una lucha quenunca habían visto antes.