Hay personas que descreen de la terapia porque, aún en el sigo XXI, se cree que es algo “para locos”, o para gente que no está bien.
En realidad, los psicólogos nos ayudan a ver los problemas desde otras perspectivas, a entender lo que nos pasa, y a modificar para bien nuestros paradigmas mentales. Por eso, siempre es un buen momento para ir a un psicólogo.
Si te quedan dudas sobre todo lo que puede suceder en terapia, estos son algunos de los mejores consejos que se han dado en terapia.
1. No compares tus momentos malos con los momentos felices de otros
En la época de las redes sociales, todos mostramos lo hermosa que es nuestra vida. Pero, ¿Cuánta gente muestra sus problemas?
Casi nadie, así como tú tampoco lo haces. Entonces, ¿Por qué comparas tus peores momentos con los momentos felices que muestran los demás? Vive tu vida y olvídate de compararte todo el tiempo.
2. Elimina de tu vocabulario la palabra “debería”
Deja de imponerte todo el tiempo deberes. Si te exiges demasiado, no eres capaz de vivir nada; siempre estás pensando en lo que “deberías” estar haciendo en cada momento.
Haz hasta donde puedas, ponte metas realistas y disfruta el momento. Recuerda, no eres un robot.
3. No te preocupes por lo que no puedes controlar
Especialmente si se trata del comportamiento de otras personas. La preocupación permanente te impide vivir a pleno tu vida, y, ¿Qué sentido tiene pasarla mal por cosas que no dependen de ti?
Enfócate en lo que está bajo tu dominio, y deja lo demás a un lado.
4. Deja de pensar en todo lo malo que puede suceder
Según los psicólogos, “la ansiedad sobrevalora el riesgo e infravalora tu capacidad para afrontarlo”. Es decir: las cosas no serán tan terriblemente malas como las estás imaginando, y, si suceden cosas malas, serás capaz de afrontarlas.
No te concentres en lo malo que puede suceder, porque para tu cerebro, lo que imaginas es real. ¿Por qué no pensar en todas las cosas buenas que pueden suceder?
5. La gente no tiene derecho a tener acceso ilimitado a ti
No tienes que ser el bote donde todo el mundo descarga lo que no le gusta. No tienes la obligación de ayudar a nadie, ni de escuchar a nadie.
Tú eres el único con derecho a decir hasta dónde puede llegar el otro en su relación contigo. Y tienes derecho a decir “no” tantas veces como quieras.
6. No puedes cambiar a las personas, pero puedes cambiar cómo interactúas con ellas
No puedes controlar el comportamiento de los demás, ni cambiarlo. Sólo eres responsable de tu propia vida. Lo que sí puedes hacer es elegir con quién relacionarte y de qué manera.
7. Todo en ti son pensamientos, emociones y conductas
Dentro tuyo, estos tres factores se combinan todo el tiempo. Tus pensamientos influyen en tus emociones, tus emociones influyen en tus conductas, tus conductas influyen en tus emociones, tus emociones influyen en tus pensamientos.
Así, de forma permanente y entrelazada. Por eso, si tus emociones están mal, puedes cambiarlas cambiando tu modo de pensar.
Si puedes cambiar tu modo de pensar en las cosas de una manera directa y persistente, cambiarás tu modo de sentir sobre ti mismo/a, la gente y tu ambiente, así como tu modo de comportarte.
8. Permítete fracasar
Mira, la perfección no existe. Puedes tener un horizonte lejano o una meta ambiciosa, pero no debes machacarte para ser perfecto. Porque no lo serás nunca, y siempre estarás frustrado.
Acepta que te puedes equivocar. Que puedes tropezarte en el camino. Que alguna vez, puede que te toque fracasar. Sólo en la medida que aceptes eso podrás avanzar.
9. Donde estás no es lo que eres
Algo que puede ayudarte mucho es recordar siempre que el lugar donde te encuentras no te define. Puede que estés desocupado, pero eso no te convierte en un inútil. Puede que estés triste, pero no eres una persona débil.
Las situaciones cambian, y tu entorno lógicamente te altera. Pero no te convierte en nada que no quieras ser. Recuerda que eres mucho más que lo que te sucede.