En todas las células de nuestro cuerpo circula energía. De hecho, la realidad es en sí misma pura vibración energética, ya que toda la materia en realidad no existe: se trata en verdad de una fuerza que hace vibrar las partículas de los átomos y las mantiene unidas.
Del mismo modo, cada persona posee, en este sentido, un campo energético propio, a través del cual interactúa con el mundo y se vincula con los demás. De ese modo, cuando nos relacionamos con otras personas, nuestras energías interactúan.
Pero así como nos perturban algunos sonidos y frecuencias, algunos vínculos y comportamientos (más que ciertas personas en sí mismas) pueden producirnos una reacción similar.
De esta manera, mientras que ciertos encuentros pueden generarnos alegría y potenciar nuestro entusiasmo y vitalidad, otros pueden generar lo contrario. Éstos son a los que nos referimos como "tóxicos"; ya que en lugar de "nutrirnos", nos producen constantemente malestar.
Aunque todas las personas podemos tener un mal día, estar cansadas o de mal humor, hay otras cuyos comportamientos se repiten con tanta frecuencia o intensidad que pueden producirnos rechazo, tensión, malhumor, cansancio o necesidad de auto resguardo. Éste es el caso de personalidades manipuladoras, intimidantes, controladoras, descalificadoras, agresivas o excesivamente críticas.
Puede sucedernos con un compañero de trabajo, un jefe, una madre o padre, una pareja, u otra persona. Pero, de todas formas, siempre es necesario tener en cuenta que, para que se establezca este tipo de relación, nosotros posiblemente debamos trabajar en qué posición nos ubicamos, por qué y qué hacemos con ello.
¿Cuáles son los indicios para detectar un vínculo "tóxico"?
Aunque cada vínculo es, en sí mismo, diferente, pueden establecerse algunas características que podrían ayudarte a detectar una relación que no te está haciendo bien. Aun así, debes saber que la clave siempre será, en todos los casos, aprender a escucharte, valorarte y delimitar claramente cuáles son tus propios límites.
Suele destacar el lado negativo o pesimista de las situaciones o de ti mismo
Aunque en alguna circunstancia podamos mirar por lo general el "medio vaso vacío" de las situaciones, hay quienes frecuentemente resaltan los aspectos negativos de todo lo que a ti te entusiasma, reparando en los errores, problemas o dificultades que podrían presentarse.
Mantener un vínculo con esta lógica puede volverse desgastante, desmotivador y negativo; en lugar de incentivarte e impulsarte a hacer de cada problema, una oportunidad.
Señala con frecuencia tus defectos
Quien solo puede ver y destacar tus defectos o dificultades, sin resaltar ni valorar aquello que te hace único y especial, en lugar de ayudarte a crecer, podría erosionar tu autoestima y tu confianza, pudiendo generar un lugar de victimización que en vez de motivar tu deseo a cambiar, podría mantenerte en el mismo lugar.
No te escucha ni tiene en cuenta lo que sientes
Hay ciertos vínculos en donde una de las personas se encuentra en una situación de poder tal que desacredita todo lo que el otro piensa o sienta, aun cuando eso lo compromete en su accionar. Si tu amigo, jefe o pareja no tiene ningún reparo al hablarte, te insulta o agrede verbalmente, creyendo tener siempre la razón, no respetándote ni poniéndote en tu lugar, no es un vínculo sano para ti.
Te sientes presionado
En muchas ocasiones, el temor puede hacer que actuemos de manera contraria a la manera en que querríamos, o simplemente hacer que no digamos nada al respecto, que no nos expresemos ni osemos a estar en desacuerdo. Si un vínculo o situación te presiona o manipula psicológicamente para que cambies de opinión y tomes una decisión en contra de tus valores, necesidades o deseos, presta atención y trabájalo porque de ninguna manera eso podría ayudarte a vivir más pleno y feliz.
Te atemoriza
Si bien siempre resulta bien, antes de tomar una decisión, pensar en los "pros y contras", hay algunas personas que solo reparan en las dificultades y lo único que hacen es sembrar duda y temores. Probablemente esta persona no sea "tóxica" en sí misma; posiblemente tena alguna dificultad y emprenda su vida desde el miedo. Pero quizá, si estás pensando en un nuevo proyecto o iniciativa, este vínculo no sea por el momento lo mejor para ti, ya que podría bloquear tu propio desarrollo personal.
No respeta tus límites
Todos tenemos nuestros límites que separan aquello que sí podemos negociar y aquello que nos resulta irrenunciable. Pero hay vínculos que suelen volverse muy controladores, intimidantes y avasallantes, traspasando constantemente los límites del otro. Esto puede incluir desde la invasión de un espacio personal, hasta la disposición del tiempo del otro como propio, o en casos más extremos incluso, del propio cuerpo.
No asume su responsabilidad
Hay personas que siempre desconocen su responsabilidad en la construcción de ese vínculo, manipulando incluso las situaciones para ubicar al otro en el centro de la escena. En este tipo de relaciones es probable que haya siempre un otro donde colocar la culpa; y seguramente, quien lo asuma, suela victimizarse y sentirse mal consigo mismo, llegando incluso a justificar al otro.
¿Cómo actuar ante un vínculo que se nos presenta como “tóxico”?
- Marcar nuestros límites claros al otro. Decir que "NO".
- No ofrecer acceso a nuestra intimidad, a nuestros pensamientos y deseos más profundos a alguien que se presenta con alguna de estas características.
- Intentar no tomar sus comentarios como algo personal.
- Mantener una actitud calma, positiva y segura.
En todos los casos, lo que puede resultar “tóxico” para una persona, puede no serlo para otra. De manera que siempre es preferible trabajar en un ámbito personal qué es aquello que nos moviliza ese vínculo o comportamiento, por qué nos produce eso y tener en cuenta la gravedad del mismo.
Si estás viviendo una situación de desvalorización y agresión física, verbal o emocional, pide ayuda y asesórate con un profesional, ya que en primer lugar siempre estás tú, y eres quien antes que nadie, debe protegerse y hacerse valer.