Colaboración: Carla Maffía, Naturalista.
Con solo salir a la calle, o incluso al patio o al balcón, y observar atentamente, podemos darnos cuenta de que la ciudad está llena de animales. Aves, insectos, e incluso anfibios, como los sapos y ranas, o pequeños reptiles, conviven con nosotros.
Sin embargo, aunque son más comunes de lo que pensamos, muchas veces pasan desapercibidos, y otras, son atacados o lastimados por los humanos a causa de la desinformación y de algunos mitos que circulan.
¿Es verdad que los animales transmiten enfermedades? ¿Son peligrosos los murciélagos? ¿Puede un sapo dejarte ciego? A continuación podrás encontrar las respuestas a ésas y otras preguntas.
1. Los sapos pueden orinarte en los ojos y dejarte ciego
Si bien es cierto que los sapos orinan cuando se sienten amenazados (como lo hacen muchísimos otros animales que conocemos), no es cierto que busquen hacerlo en los ojos. Este mito surge cuando algunas personas toman un sapo, lo dan vuelta frente a sus caras y el sapo orina “por el susto”.
El sistema de defensa de los sapos consiste en glándulas en la piel que, al ser apretadas o mordidas, segregan una sustancia lechosa que puede ser irritante si entra en contacto con mucosas y además, puede ser tóxica en caso de ser ingerida. No es cierto que su orina cause ceguera y no nos hacen nada malo a las personas; de hecho los sapos son muy beneficiosos para nuestra salud, ya que son grandes controladores de invertebrados nocivos tanto para nosotros como para nuestras plantas (mosquitos, cucarachas, caracoles, etc).
Tampoco es cierto que los sapos tengan la capacidad de escupir veneno; ése es un dato totalmente falso. Este mito tal vez se deba a que, para cazar a sus presas, los sapos extienden su lengua fuera de la boca tan rápidamente que parece que escupiera, pero no es así. Por su anatomía, los sapos no tienen la posibilidad fisiológica de escupir.
2. Los caranchos cazan perros
Muchas personas, cuendo ven a un gran Carancho (Caracara plancus), con su pico de halcón y sus grandes alas que pueden superar el 1.20 mts de punta a punta, temen por la seguridad de sus mascotas; pero la realidad es que el carancho es un ave oportunista y principalmente carroñera.
Solo caza presas fáciles, como pichones de palomas o aves enfermas, y siempre prefiere comer algo que encontró muerto antes que tomarse el esfuerzo de cazar.
Eso es muy bueno tanto para los seres humanos como para otros animales, ya que los carroñeros como el Carancho reducen los riesgos de presencia de enfermedades infecciosas, transformando el ambiente en el que vivimos en un lugar más saludable.
Es importante erradicar este mito ya que muchas personas cazan o lastiman caranchos o aves que confunden con ellos porque creen que pueden llevarse a sus mascotas.
3. Las serpientes "son malas"
Se suele creer que las serpientes son malas y nos acechan para mordernos e inyectarnos su veneno. No todas las serpientes poseen veneno, muchas matan por constricción (ahorcan a su presa).
Es bueno saber que el veneno de las serpientes venenosas está compuesto por enzimas digestivas modificadas especialmente para paralizar a sus presas; eso significa que necesitan de su veneno para poder alimentarse. Si una serpiente “desperdicia” su veneno, después le costará varios días poder producir más para poder alimentarse.
Las serpientes no suelen comer más de una vez por semana y pueden ayunar durante más de tres meses. Algunas gigantes, como la “Python reticulatus”, comen solo una vez al año.
Tanto las serpientes como las arañas son muy importantes para nuestra salud, ya que se alimentan de otros animales que pueden ser vectores de enfermedades (como ratas y mosquitos).
4. Las polillas traen mala suerte
En realidad, las polillas no son otra cosa más que mariposas que salen a alimentarse de noche. Las mariposas y las polillas son importantes polinizadores; eso significa que son los silenciosos jardineros de la naturaleza.
Los polinizadores llevan el polen de una flor a otra. Cuando una flor recibe el polen de otra flor de su misma especie, se transforma lentamente en un fruto. Dentro de los frutos están las semillas y cada semilla tiene el potencial de convertirse en una nueva planta que dará sus flores.
Por eso es muy importante que haya mariposas, polillas y otros polinizadores. Existen flores que se abren de día y flores que se abren de noche, y si matamos a las polillas impedimos su reproducción.
5. Los murciélagos comen sangre
Si bien es cierto que existen algunos murciélagos que se alimentan de sangre, éstos viven exclusivamente en zonas de campo y pican al ganado. No es frecuente que estos murciélagos piquen a la gente ni que aparezcan en la ciudad.
Además, la saliva de estos murciélagos que comen sangre es utilizada en medicina para producir una gran variedad de medicamentos para afecciones cardíacas, gracias a sus propiedades anticoagulantes.
Por otro lado, la mayoría de los murciélagos que encontramos en las ciudades se alimenta de insectos. Se estima que un solo murciélago es capaz de comer hasta mil mosquitos cada noche, lo cual es sumamente importante para nuestra salud.
Otras especies de murciélagos se alimentan del néctar de las flores, lo cual los convierte en importantes polinizadores. También existen los murciélagos que se alimentan de frutos, lo cual ayuda a sembrar nuevas plantas, ya que al eliminar los restos de los frutos, siembran sus semillas.
6. Los insectos herbívoros matan a las plantas
Todos los animales tienen una dieta específica. Algunos animales pueden alimentarse de muchas cosas y otros, de pocas, pero siempre tienen sus preferencias. Las plantas están adaptadas a que determinados insectos coman sus hojas y, después de miles de generaciones conviviendo juntos, de hecho necesitan que los insectos coman sus hojas para poder crecer más fuertes y sanas. Cuando la disponibilidad de alimento es adecuada, los insectos solo comen las hojas más vulnerables.
Mientras en el ambiente haya plantas e insectos nativos, los insectos no extinguirán a la planta de la cual se alimentan. El desequilibrio surge cuando se introducen insectos o plantas que naturalmente no son de la zona (exóticas); por eso es importante que en nuestros jardines y balcones cuidemos las plantas nativas de la zona, que sirven de alimento y de refugio tanto para los insectos como para las aves.
7. Las hormigas comen hojas
Muchas veces vemos hormigas negras que cortan las hojas de nuestras plantas (Hormigas podadoras) y pensamos que se alimentan de ellas directamente. Pero en realidad ellas no se alimentan de hojas, ¡sino de hongos!
Las hormigas realizan una especie de agricultura llevando a sus nidos las hojas que necesitan los hongos para nutrirse y multiplicarse y, luego, alimentarse de ellos.
También existen otras hormigas que podríamos llamar “Ganaderas” (géneros Camponotus, Solenopsis y Linepithema). Ellas establecen una relación simbiótica con pulgones (o áfidos) -y cochinillas-, a los cuales “pastorean”: los reúnen cuidadosamente en grupos atendidos por unas pocas hormigas “niñeras” que los mueven a hojas frescas cuando las hojas se secan y los protegen de depredadores y parásitos.
A cambio, cuando las hormigas lo requieren, tocan con sus antenas el abdomen de los pulgones y extraen una sustancia azucarada (llamada “ligamaza”, que es el dulce exceso de agua y salvia que consumen los pulgones) que ellos secretan, cual si los ordeñaran.
Cuando llueve, las hormigas niñeras protegen a sus pulgones llevándolos bajo la protección de hojas y, si alguna vaquita de San Antonio (o “Mariquita”) intenta comerse los pulgones, es atacada inmediatamente por las hormigas.