Una vez más, el negociado de las mineras a cielo abierto dejan a su paso graves daños al medio ambiente y a la salud de los pueblos en los que se instalan.
En este caso hablamos de la gran multinacional minera con sede en Canadá “Barrick Gold Corporation”, la principal productora de oro del mundo.
La Barrick cuenta hoy con 19 minas operando en 10 países del mundo, siendo Sudamérica el área estratégica para el crecimiento de la empresa: solo en 2013 el 19% de la producción mundial de la compañía provenía de esta región.
Aunque en su sitio web Barrick Gold señala que: “Al evaluar la viabilidad de un proyecto tomamos en consideración los factores sociales, culturales, económicos, ambientales y gubernamentales”, y que: “El desarrollo comunitario contempla también al medioambiente (y) a través de nuestros sistemas de gestión ambiental aseguramos que los efectos sobre el entorno sean tratados adecuadamente”, esto no sucedió en el departamento de Iglesia, ubicado en San Juan, Argentina, donde el 13 de septiembre de este año la rotura de un caño maestro del Proyecto minero “El Veladero”, iniciado en el 2005, provocó el derrame de solución cianurada en las aguas del río Jáchal.
La alarma surgió desde los mismos trabajadores de la mina, quienes advirtieron a sus vecinos a través de mensajes de WhatsApp que no bebieran agua de red. Desde ese momento, sucedieron movilizaciones y reuniones de los pobladores para exigirle a las autoridades una respuesta.
Inicialmente, la empresa negó que hubiera algún tipo de perjuicio a la población, emitiendo un comunicado que señalaba: "Ante una serie de versiones infundadas, Barrick desea informar que no hubo contaminación en los ríos que corren en la cuenca del río Jáchal”.
Sin embargo, más tarde aceptó el derrame de 224 mil litros, pero se calcula que podría tratarse de más de 1 millón de litros, ya que la empresa utilizó como medición el momento en que se detectó la fuga hasta el cierre de la compuerta; por lo cual resulta incierto.
Ahora bien, la semana pasada, la Unión Vecinal de Tamberías de la localidad donde ocurrió el derrame presentó una denuncia penal ante el juez Pablo Oritja, quien tiene a cargo los dos expedientes principales sobre el derrame de cianuro, a raíz de un nuevo estudio realizado que detectó la presencia de cianuro en el agua potable y en el agua para riego.
La particularidad de este análisis es que fue encargado y costeado por Mónica Barbagallo, una jubilada con planes de mudarse a la zona.
El laboratorio privado Raña SRL, con sede en Neuquén, fue el encargado de realizar los estudios que usaron como base tres muestras tomadas un mes después del derrame en el agua de riego, de la canilla y el agua mineral. Ésta última sería, según el estudio, la única que podría ser consumida.
La muestra de agua de riego fue considerada "químicamente no potable”, al superar los límites que el artículo 982 del Código Alimentario establece para el arsénico, los cloruros y la dureza. Los valores de cloruros y sulfatos, dureza y sólidos disueltos totales del agua de canilla superaron también el máximo recomendado por dicho Código.
Irónicamente, el argumento histórico de Barrick Gold es que el agua de la zona siempre fue de mala calidad.
Este suceso se enmarca en un año de grandes desastres mineros en toda América, dentro de los cuales se destacan la mayor catástrofe ambiental de Brasil, causada por el la ruptura de dos diques de contención en la mina Samarco de Minas Gerais.
Hay algunos patrones que se repiten en estos casos vinculados con la megaminería y que se vinculan con un costado publicitario de grandes ganancias y generación de fuentes de trabajo para las comunidades, con un revés oculto de negociados políticos, facilidad a nivel legal, ganancias no invertidas en el país, y un gran prejuicio a la biodiversidad del ambiente y especialmente, a la salud de los habitantes.
El caso de Famatina y la victoria de su pueblo marca sin duda un precedente a continuar. La clave estará en defender la vida y el medio ambiente, un derecho que nos pertenece a todos, y debemos hacer respetar.