Por lo general, las personas deberían comer solo cuando tienen hambre, pero ¿Qué pasa cuando ocurre lo contrario? Este fenómeno se conoce como hambre emocional y la verdad es que podría traer algunas complicaciones de salud. Para muchos puede que sea algo difícil de entender, por lo que es necesario saber en qué consiste y por supuesto, cómo evitarla.
Hambre emocional ¿De qué se trata?
Es posible que al menos vez, algunas personas hayan escuchado el término “alimentación emocional”. O por lo menos, la frase “no es hambre, solo es aburrimiento”. Sin duda, es un concepto con el que muchos se sienten identificados y que además, ha sido utilizado con más frecuencia de lo normal. Esta es una de las razones por las que es fundamental saber en qué consiste el hambre emocional y como evitarla.
En palabras simples, el trastorno de hambre emocional es un fenómeno que se produce cuando se usa la comida con los motivos incorrectos. Por ejemplo, comer para mejorar el estado de ánimo, especialmente ante cualquier situación difícil. Partiendo de ese sentido, el objetivo principal de la alimentación; que en este caso es la nutrición, quedaría en un segundo plano.
Hoy en día, las personas suelen pasar por situaciones complicadas, por lo que llegan a sentir frustración, tristeza, decepción e ira. Al no contar con ninguna clase de recurso personal o herramientas para sobreponerse, normalmente se recurre a consumir alimentos para encontrar calma.
Hay que tener presente, que la ingesta de algunos alimentos específicos sirve para activar lo que se conoce como circuito de recompensa en el cerebro. Esto provoca que el cuerpo experimente diversas sensaciones en su mayoría muy agradables.
Sin embargo, se trata de una sensación que solo es temporal y una vez disipada, solo genera un malestar mayor. Aparte, a esto se le añade un gran sentimiento de culpa por el hecho de comer de más. A todo esto se le conoce como hambre emocional.
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¿Cuáles son las principales causas del hambre emocional?
La causa principal del hambre emocional se centra en el hecho de no saber controlar las emociones y el no saber escuchar al cuerpo. Existen casos en los que una persona no tiene la capacidad de diferenciar una sensación fisiológica de las sensaciones emocionales como la tristeza o la ansiedad. Esto provoca una gran confusión en el cerebro, llegando a creer que se trata de hambre física cuando la verdad es solo hambre emocional.
El no saber controlar las emociones puede desencadenar mucha ansiedad e incrementar los niveles de estrés. Como consecuencia, las personas optan por comer grandes cantidades de alimentos, ya que sienten un enorme vacío que normalmente, suele confundirse con las ansias de comer.
Por esta razón es muy importantes implementar medidas lo antes posible, para evitar que el problema empeore. Teniendo presente que el hambre emocional y hambre física son fenómenos completamente distintos, por lo que hay que saber diferenciarlas a tiempo.
Hambre real vs hambre física
Ahora bien, para reconocer este trastorno provocado por las emociones, es muy importante reconocer el hambre real y el hambre emocional. Ambas tienen características que las definen, siendo las siguientes las más destacables:
Hambre real
- Normalmente, aparece en bajos niveles y va en aumento de manera progresiva.
- Al tratarse de una sensación fisiología, las ansias de comer inician en el estómago.
- Se puede planificar que tipo de alimentos se van a ingerir y la sensación de hambre se puede controlar fácilmente. Lo que permite incluso, elaborar un menú saludable que aporte los nutrientes esenciales al cuerpo.
- Por lo general, los alimentos que se escogen son ricos en nutrientes y se puede elegir una comida que genere saciedad.
Hambre emocional
- En el caso del hambre emocional, esta se presenta de forma inesperada, brusca y al mismo tiempo aguda. Lo que convierte el hambre en un deseo que debe satisfacerse de forma inmediata.
- A diferencia del hambre real, esta no proviene del estómago, debido a que no tiene nada que ver con la parte fisiológica. En este caso la sensación inicia en la mente, generada por diversas imágenes de mentales que alimentos. Cuando una persona imagina una clase de alimento en específico, esto produce un enorme impulso que hace que se pierda totalmente el control.
- Realizar cualquier dieta en estas condiciones es prácticamente imposible. El hambre emocional hace que la persona coma de forma descontrolada, no escoge entre alimentos sanos y comida chatarra. Se pierde la capacidad de calcular las raciones adecuadas, solo se come por puro impulso y en cantidades nada saludables.
- Se cae en la tentación de ingerir alimentos ultraprocesados e hipercalóricos, estos contienen exceso de azúcares y grasas. Además, su valor nutricional es completamente nulo, lo que puede perjudicar gravemente la salud. Estos alimentos no calman las ansias de comer y de hacerlo, solo será por muy poco tiempo y luego el hambre volverá a incrementarse.
¿Qué hacer para evitar el hambre emocional?
La diferencia entre el hambre física y el hambre emocional es más que evidente, por lo que el primer paso para evitar esta última, es saber identificarla. De esta forma, será muy fácil reconocer cuál es el fenómeno que se necesita combatir y prevenir. En el caso del hambre real todo resulta más simple una vez identificada, pero cuando se trata del hambre emocional, todo es más difícil.
Una vez se presenten las ansias de comer, es necesario estar alerta. Es decir, apenas llegue la sensación de hambre, lo primero que se debe hacer es mantener la calma. De este modo, será posible identificar si se trata de hambre real o emocional, teniendo presente las características de ambas.
Como recomendación, se puede implementar un registro de estas situaciones y así, conocer las causas del hambre emocional. Hay que recordar, que la mayoría de las personas que caen en esta clase de hambre, experimentaron ansiedad, vacío o tristeza antes de empezar a comer.
Reconocer las emociones que llevan a una persona a comer de manera desmedida es uno de los pasos principales. Ahora, es momento de implementar alguna estrategia que sirva para superar el hambre emocional y empezar a comer más sano. En este caso, lo aconsejable es acudir a un terapeuta, realizar respiración diafragmática e incluso, ayudarse a través de la meditación.
Los alimentos tienen un objetivo esencial, este es nutrir al organismo para que este pueda funcionar correctamente. Mentalizarse en que no existe otra finalidad con la ingesta de alimentos, puede ser de gran ayuda. Por lo que es importante encontrar la forma de no relacionar los alimentos con las emociones y así, encontrar el verdadero equilibrio.
¿Cuáles son las consecuencias del hambre emocional?
El hambre emocional puede provocar graves consecuencias en las personas que sufren dicho trastorno. Al ingerir alimentos de forma desmedida, esto favorece un gran incremento en el peso, lo que más adelante podría convertirse en sobrepeso y obesidad. Ambos problemas generan a su vez múltiples padecimientos, especialmente en el sistema digestivo. Por lo que debe solucionarse una vez identificado el problema.
Por otro lado, el hambre emocional también puede provocar complicaciones en la salud mental. El sentimiento de culpa que se produce después de comer, puede ser más complicado de lo que la mayoría de las personas piensan. Esto podría desencadenar graves cuadros de depresión y ansiedad que sumado a un aumento de peso puede provocar incluso que la persona piense incluso en el suicidio.
En casos extremos, la mejor recomendación es acudir lo antes posible a un psicólogo. Buscar ayuda profesional siempre es necesario cuando se presentan situaciones complejas y perjudiciales para la salud. La ayuda de un nutricionista también es fundamental es casos como estos, de esta forma, una dieta balanceada puede ayudar a prevenir esta clase de trastornos.
Por otro lado, el apoyo de la familia y amigos también es clave es situaciones de estrés y ansiedad. El hambre emocional puede originarse solo por sentir triste, vacío o cualquier emoción poco sana. Por este motivo, contar con el apoyo de los seres queridos siempre es fundamental para sobreponerse ante cualquier situación. Una buena estabilidad mental permite mantener la serenidad, favorece el autocontrol y previene trastornos como el hambre emocional y otros similares.
Fuentes: