Se estima que una de cada diez personas es tímida, y que un 50% de la población siente algún nivel de timidez frente a ciertas situaciones. Por ejemplo, el célebre Albert Einstein se destacó no sólo por sus innumerables aportes a la física, sino por este rasgo que permanentemente lo hacía sentirse en desventaja.
Comienzo por decirte que, pese a trabajar desde los 8 años en medios de comunicación y estar frente a muchísimas personas desde niño, he sido tímido. Tal vez, no la timidez paralizante que me impedía llevar adelante la tarea, sino, más bien, aquella emoción interna combinada con sensaciones encontradas que se produce cuando eres observado.
He trabajado mucho conmigo, de diferentes maneras, para dejar de lado este rasgo personal y muchos más. Y puedo decirte que ¡lo logré!
Las personas tímidas conforman uno de los estamentos sociales quizás más incomprendidos, porque la sociedad, en sí, destaca a quienes se animan a mostrarse y exponerse. Sin embargo, la timidez aflora desde los primeros años en que empezamos a socializar con otros, y es un comportamiento limitante que llega a niveles preocupantes.
Tres distinciones
Es necesario distinguir timidez, vergüenza e introversión. Son cosas diferentes, aunque tienen algo en común: en grados extremos, las tres llegan a ser lo que hoy se denomina fobia social. Veamos:
- La timidez, desde la acepción que se aborda aquí, es la sensación de inseguridad o vergüenza en uno mismo que una persona siente ante situaciones sociales nuevas y que le impide o dificulta entablar conversaciones y relacionarse con los demás. Aparece frente a ciertos estímulos, no necesariamente todo el tiempo. La dificultad nace de lo interior de cada persona.
- Por su lado, la vergüenza es un sentimiento de incomodidad producido por el temor a hacer el ridículo ante alguien, y lo que éstos podrían pensar. La mirada está puesta en lo que el otro podría pensar o decir.
- En cambio, la introversión es una actitud típica que se caracteriza por la concentración del interés en los procesos internos de la persona, según definió Carl Jung. Los introvertidos se interesan principalmente por sus pensamientos y sentimientos, por su mundo interior. Tienden a ser profundamente introspectivos; lo que significa que, entre estar con otros o solos, eligen esto último. Es un comportamiento más asiduo. El mundo interno adquiere preponderancia por sobre lo externo.
El sentimiento de timidez
Si no se la elabora y aborda convenientemente, la timidez manifiesta se extiende desde muy niños hasta prácticamente el final de la vida.
Los tímidos anhelan poder tener un mayor contacto social, aunque por dentro los invade un temor específico e irracional por ser menospreciados, juzgados o rechazados por los demás. Sienten miedo. Esto genera frustración, ansiedad y manifestaciones físicas como taquicardia, sudoración en las manos y el rostro, y el clásico sonrojar de mejillas, además de dificultades para controlar sus impulsos, su forma de hablar, y lo corporal. Los nervios suelen jugarles una mala pasada, por la tensión acumulada.
Esta bomba de tiempo interior suele ser tan potente, que es frecuente que los tímidos se recluyan, elijan una vida solitaria y sin contacto social nuevo, con tal de no padecer ese sentimiento que les resulta ingobernable.
Vence tu timidez con 6 estrategias
Como ya viste al comienzo, una de cada diez personas es tímida. Esto indica que no estás sólo en el mundo.
Como entrenador de voceros en distintos países, puedo afirmar que hay personas muy hábiles para hablar ante cientos o miles de personas y en medios de difusión masivos; aunque en el cara a cara se sienten los peores del mundo. Y viceversa.
Si estás en este grupo, observa que la timidez aparece frente a cierto tipo de estímulos exteriores: por ejemplo, una persona a la que le entregas el poder, o sientes que sabe más que tú. O cuando encuentras a alguien muy seductor, y eso te intimida.
Estrategia 1: consigue una red de apoyo. Busca compartir lo que te sucede con compañeros de verdad, a los que puedes expresar lo que sufres. Pide que alguien te acompañe de cerca ante situaciones que ya habrás caracterizado. Explora cómo te sientes si te acercas de a poco. Con la práctica continuada irás ganando confianza y venciendo la timidez.
Estrategia 2: Es importante que analices cuándo irrumpe la timidez; por ejemplo, si es en una fiesta donde conoces poca gente, o ante una entrevista laboral. Por lo general piensas que serás avergonzado o juzgado de mala forma. Quizás te sientas mal cuando tienes que hablar de ti. Todo esto es importante para detectar el estresor: ese punto justo donde se activa tu timidez.
Estrategia 3: piensa qué es lo peor que podría ocurrir. Como la mayoría de los tímidos son expertos en exagerar, necesitas ser muy frio y mental en estos casos para analizar el peor escenario posible, y el riesgo real de salir mal parado de eso. Con un poco de práctica y mucha objetividad de tu parte, empezarás a desalentar tus propios fantasmas.
Estrategia 4: Los tímidos nacen y también se hacen. La psicología infantil afirma que casi un 15% de los niños nacen con el llamado “temperamento inhibido”, que es cuando un nuevo comportamiento a adoptar -por ejemplo, salir al ruedo frente a desconocidos- les produce un gran estrés. ¿Has observado a los bebés cuando irrumpen en llanto en un lugar nuevo? Así funciona también de adultos. Prueba simplemente llegar a los lugares, en lo posible acompañado al principio, y participar con tu pesona de compañía o gente conocida. Luego, pide que ellos te ayuden a abrirte hacia otros desconocidos. La repetición trae la recompensa: pronto aprenderás a convivir con lo nuevo, sin tanto nivel de timidez.
Estrategia 5: Recoge información de tu infancia y crianza, y anótala. Pide a las personas que te cuenten cosas de ti y la forma en que fuiste educado. ¿Eras incentivado a lo nuevo y a arriesgarte? ¿O fueron muy restrictivos contigo en diversos aspectos, lo que derivó en miedo? ¿Cómo eras cuando estudiabas, y más aún, en el primer día de clases con compañeros nuevos? Es información valiosa para tomar perspectiva. Como esos estresores quedaron en el pasado, podrás darte cuenta de que no te sirve ir inconscientemente todo el tiempo hacia aquel tiempo, porque ya estás en el presente. No sirve de nada quedarte anclado en aquellas emociones. Una vez más, puedes usar esta información a tu favor para cambiar este rasgo de personalidad, y animarte a ir venciéndolo paso a paso.
Estrategia 6: el tímido se habla en negativo. Cuando presiente que se verá expuesto, empieza todo tipo de diálogo no positivo. Si empiezas a ejercitar todo el día con frases como “yo puedo”, “me lo merezco”, “elijo vivir esta experiencia”, “estoy superando mis miedos” y “confío plenamente en mí”, verás cómo disminuirá paulatinamente tu timidez en todo tipo de contextos. Como siempre, esto se logra en base a la práctica permanente, y el chequeo de tu avance y retroceso. La gran clave es persistir.
Sobre el autor: Daniel Colombo es Coach especializado en CEO, alta gerencia y profesionales; conferencista internacional; escritor y comunicador profesional.
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