En los días de luna llena, tal vez unos días antes o unos días después, algo sale a la luz, se hace más visible y evidente. Sensaciones, emociones, formas vinculares e información cobran más cuerpo y presencia. No es lo mismo para cada uno, ni cada persona siente lo mismo en cada lunación.

Hoy, la luna está llena en Piscis. El sol en Virgo hace de faro especialmente sobre nuestra sensibilidad. Las emociones brotan a flor de piel y los sueños se expresan más activos.

Esta luna abre nuestro registro sobre los hilos sutiles que nos atraviesan y conectan con todas las personas y el todo que nos rodea. Podemos tomar mayor consciencia de la influencia mutua que existe entre todos los seres y el hecho de que nada está completamente aislado de todo lo demás. Cómo dice un proverbio chino; “el aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo”.

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Hacernos conscientes de esto nos invita a hacernos cargo del lugar que ocupamos en el sistema en que vivimos. El sistema familiar, comunitario y social.

¿Cómo impacta nuestra presencia en este mundo? ¿Cómo impactamos sobre las personas, los animales y la naturaleza, con lo que pensamos, decimos y hacemos?

Nuestra presencia, sea ruidosa o silenciosa, genera un impacto. Mueve, conmueve, cuestiona, cambia, sensibiliza, abre, cierra, daña, sana, limita, posibilita y crea. Somos co-creadores de la realidad y el mundo en el que vivimos. No todos de la misma manera ni con la misma fuerza o posibilidad, pero lo somos de alguna manera. De la misma forma nadie tiene la responsabilidad de todo.

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Si todo está conectado, cuando se mueve una pieza, ella arrastrará inevitablemente todo lo que esté conectada a ella en ese movimiento. Y todo lo que esté conectado a esas piezas arrastradas también se moverá. Y así todo lo demás.

Esta es la sabiduría de Virgo y de Piscis. Los elementos ordenados de un sistema y todas las gotas de agua creando un océano son dos caras de una misma moneda: todo está conectado y en esa conexión existe un orden perfecto.

Con esta luna llena este orden del que formamos parte, se ilumina. Podemos conectar más empática y sensiblemente con los otros y con nosotros mismos, descubriendo tal vez que nuestra vulnerabilidad (y no la omnipotencia) es la que nos lleva a abrirnos a los otros, conectar de corazón a corazón y vivir la experiencia de amar y dejarnos amar.

conéctate contigo mismo y con quienes te rodean