Por Gabriela Baeza (@proyectocerobasura)
Una de las formas más sencillas en las que puedes contribuir a la protección de la naturaleza es adoptando un estilo de vida cero basura. Esto trae muchos beneficios asociados para que tu vida sea más próspera: proteges al planeta, proteges tu salud, y proteges tu economía personal.
Sin embargo, es mucho más que una forma vida. Es en realidad una forma revolucionaria de gestionar los residuos. Nuestros gobernantes y las personas que crean políticas públicas deben incorporar el cero basura dentro de sus periodos de gestión para lograr beneficios para toda la sociedad, y no solo para aquellas personas que han decidido adoptar esta forma de vida.
En nuestro hermoso planeta Tierra no existe el concepto de basura. Todo en la naturaleza se reincorpora, sus ciclos son cerrados. Piensa en lo siguiente: las hojas de los arboles caen y son digeridas por el suelo, se absorben y lo alimentan. Una vez que un animal fallece, su cuerpo sirve como abono para que otros animales tengan vida. Nada es basura. Como sociedad, necesitamos utilizar esta lógica para proteger al planeta.
Durante el Siglo XX la gestión de residuos estuvo enfocada en cómo deshacernos de la basura de forma eficiente, con el mínimo impacto ambiental para la salud y para el ambiente. Pensábamos de una manera lineal, es decir, extraíamos recursos de la naturaleza, los utilizábamos, y después, simplemente los enterrábamos en un vertedero o relleno sanitario.
Los rellenos sanitarios, en realidad, no tienen nada de sanitarios. En principio, solo son lugares a donde se entierra la basura. El principal problema asociado a ellos es su contribución a la crisis climática. Cuando enterramos los residuos orgánicos, al descomponerse, se forma un potente gas de efecto invernadero, llamado metano, que es 72 veces más potente que el dióxido de carbono.
Además, los rellenos sanitarios lixivian tóxicos a los mantos acuíferos, por las fugas ese jugo que sale de la basura cuando esta toda revuelta, y es altamente tóxico para nuestra salud. ¿Por qué seguimos enterrando esos recursos, cuando pueden ser devueltos a la economía?
En el siglo XXI necesitamos dejar de hablar de gestión de residuos y comenzamos a hablar de gestión de recursos. La pregunta correcta debe de ser: ¿cómo manejamos los materiales desechados de una forma tal que no priven a las generaciones futuras de su valor? El enfoque es la sostenibilidad.
La meta es crear una economía circular, donde la industria imite la forma en la que funciona la naturaleza. Ese esfuerzo que hacemos de forma individual, debe llevarse a cabo de forma colectiva. Para ello, debemos sensibilizar a los gobernantes y tomadores de decisiones para que se unan también a este reto por la Tierra.
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