Caso N°1: si eres mamá o papá... Ese día que has trabajado mucho, estás cansado, has ido a buscar a los niños al colegio y lo que más deseas, es terminar de comprar en el súper para poder volver a casa… Y justo...¡ZAS! Ahí está uno de tus hijos, que también ha tenido un día duro y de repente se le antojan unas galletas de chocolate que tiene súper prohibidas.

El “no” te sale casi automático y automática también es la reacción del niño que empieza primero a decir sin parar “por fa, por fa, por fa…” mientras te sigue allá a dónde vas o por todo el supermercado con sus galletas agarradas con las dos manos.

Ese día no puedes más, la gente clava las miradas en vosotros, te sientes avergonzado y no sabes muy bien qué hacer.

Disimuladamente, agarras a tu hijo y sin decir mucho tiras de él, que sigue llorando con su galletas bien fuerte cogidas en sus pequeñas manos y tú sigues sin decir nada hasta la cola de la caja. Tu hijo da por hecho, que sin recibir un sí directo le vas a comprar sus dichosas galletas de chocolate que tendréis que comeros entre todos antes de llegar a casa y luego inventarte algo para excusar a tu hijo cuando no tenga hambre para cenar y que tu pareja no se entere de que acabas de tirar por la borda la decisión y el trabajo de ambos sobre la prohibición de comer ese tipo de galletas entre semana.

Caso N°2: si no lo eres...

Piensa en ese día que estás agotado, y un niño te pide algo que sabes, que sabe que no puede. El “no” te sale casi automático y automática también es la reacción del niño que empieza primero a decir sin parar “por fa, por fa, por fa…” mientras te sigue allá a donde vas.

EN AMBOS CASOS, SIEMPRE ES EL MISMO FINAL.

Si el peque da demasiados problemas y te sientes agotado, puede que le acabes aceptando su petición, diciéndole que será la primera y última vez, que es un secreto y que no se acostumbre a ello.

Si eres de las personas que ha aceptado su petición es porque el final de la escena, iba a acabar con el mismo SHOW que te cuento a continuación. Por el contrario,si eres de los que NO ha aceptado el chantaje del menor y sigues diciéndole "no" a su interminable petición, todo lo que va a suceder es que empieza el GRAN SHOW. Y en este GRAN SHOW, nos podemos encontrar con:

Algún niño o niña puede que nos deleite incluso con danza contemporánea incluyendo volteretas y golpes variados para concluir con la posición clásica de "la piedra" = no me muevo de aquí ni por todo el dinero del mundo si no me das lo que quiero ahora.

Cuidado que también tenemos en el show a pequeños que te cortan el paso y tiran de tu ropa hacia abajo.

AHORA, CALMA. Tienes que saber que las rabietas o "berrinches" son comportamientos naturales durante el desarrollo de la primera infancia. Los niños tienen una tendencia normal y natural a afirmar su independencia a medida que aprenden que son seres separados de sus padres.

Este deseo de control a menudo se manifiesta diciendo "no" frecuentemente y teniendo rabietas. Éstas empeoran por el hecho de que el niño puede no tener el vocabulario para expresar sus sentimientos.

ANTES DE CONTINUAR, ES INTERESANTE CONOCER LAS CARACTERÍSTICAS DE LOS MENORES, SEGÚN EL TIPO DE EDUCACIÓN QUE HAYAN RECIBIDO A LO LARGO DE SU INFANCIA

Hay 3 grandes modelos educativos:

EDUCACIÓN PERMISIVA: Es un tipo de educación donde hay pocos límites y normalmente suele ser el peque quien tiene el control de la situación, pudiendo decidir cosas que igual no son decisiones adecuadas para su edad. Los menores que reciben este tipo de educación, pueden adquirir varias de las siguientes características:

EDUCACIÓN AUTORITARIA: En este modelo educativo, los adultos, sueles ser demasiado exigentes y estrictos con el menor. Las normas suelen ser demasiado firmes y el peque suele tener poca o nula decisión en su vida. El castigo suele ser una de las estrategias más recurrentes en este modelo. Los menores que reciben este tipo de educación, pueden adquirir varias de las siguientes características:

EDUCACIÓN BRAVE UP! EMOTIONS: El modelo educativo que en BRAVE UP! promovemos, es una educación que sea eficaz y basada en la educación emocional y psicología positiva. Creemos que para poder acompañar a los menores de manera respetuosa, primero el adulto tiene que hacer un trabajo personal y saber gestionarse él mismo para poder acompañar de la mejor manera a los menores. Los menores que reciben este tipo de educación, pueden adquirir varias de las siguientes características:

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Técnicas para regular más fácil las rabietas

1. DARLE RESPONSABILIDADES ADECUADAS A SU EDAD:

Antes de nada tienes que saber que, cuando los niños sienten que son partícipes de la organización del espacio en el que habitan, por lo general, suelen estar más atentos al cuidado del mismo. A parte de esto, cuando los menores tienen responsabilidades concretas y únicas, se sienten útiles y optan menos por utilizar las rabietas como estrategia cuando sienten frustración o están enfadados.

Le hará sentir que pertenece al clan o al grupo, además de ser partícipe en la organización del espacio. Esto ayudará a que el menor recurra menos a utilizar las rabietas.

2. ANTICIPARTE A SU ENFADO:

Anticiparte a su enfado, le ayudará a ser cada vez más consciente de lo que siente y de su comportamiento, además de enseñarle la razón principal de su enfado.

Cuando veas que se están dando las características y circunstancias perfectas para que el niño explote, anticípate y pon palabras a los hechos. Evita dar tu opinión y explícale lo que estás viendo de manera objetiva. Por ejemplo si son niños muy pequeños, les puedes ayudar sugiriéndoles algo de lo que le haya podido suceder. Si son niños más mayores, puedes omitir la segunda parte y que ellos mismos sean quiénes digan qué les ha hecho ponerse serios o gritar: "Estoy viendo que te has puesto más serio, ¿puede ser que algo no te ha gustado?" o "he visto que gritabas a Pablo, ¿quizás te ha dicho algo que te ha molestado?"

3. PONER LÍMITES CLAROS Y CONCISOS:

Los límites ayudan a los niños en su auto - regulación. Cuando se establecen de manera coherente, fomentan una normas comunes y una organización en la vida de las personas.

Los límites son necesarios, porque madurativamente los niños no están preparados para tomar según qué decisiones. Tú como adulto, eres la persona responsable de establecer esos límites de una manera predeterminada y repetitiva, para que el limite sea coherente y de esta manera ayuden al niño en vez de crearle confusiones sobre lo que puede o no puede hacer. Cuando no cumples un límite que has establecido, el niño recibe un mensaje incoherente por parte del adulto y establece en sus creencias que:

Cuando establezcas un limite, no se lo repitas todo el rato o le des explicaciones demasiado largas. Tienes que comprender en qué etapa evolutiva se encuentra el menor y su capacidad de comprensión para saber qué tipo de explicación puedes darle, pero nunca pongas un límite sin haberle dicho antes al niño el por qué es importante ese límite o el para qué está establecido de esa manera. Si no le explicas la importancia del límite establecido, se convierte en una imposición, porque tú lo dices y punto. Esto, lo único que fomenta es que se establezcan relaciones de liderazgo impuesto y no relaciones de un liderazgo adquirido de manera natural.

Cuando se le explican las razones del límite, si se trata de un menor que tiene más de 5 años se le puede preguntar al niño si entiende las razones que le estás dando o si está de acuerdo con lo que estáis hablando y si no está de acuerdo, le puedes preguntar por qué no está de acuerdo o a ver qué pasaría si no existiese ese límite, puedes exagerar la situación incluso para observar las reflexiones a las que llega el infante.

4. AGACHARSE Y PONERSE A SU ALTURA:

Se sentirá más cómodo si les estableces el límite desde su misma altura y no desde la tuya, ya que denota más poder y superioridad. Le dará confianza para hablar desde su punto de vista.

Cuando te diriges al niño es importante hablarle desde su misma altura, esto evitará que se establezcan relaciones y patrones de verdugo (adulto) y sumiso (niño). El niño se sentirá dentro de su zona de confort y mantendrá una postura más relajada. También tendrá más disposición a escuchar lo que le dices y a verbalizar lo que él piensa. Cuando hablas a un adulto, le hablas mirándole a la cara. Es igual de importante hacer lo mismo cuando hablas con los infantes. Te agradecerán tu disposición y fomentarás un clima relajado dónde el niño podrá desarrollar su pensamiento crítico.

5. HABLARLE DE SUS CAPACIDADES:

Escuchar sus puntos fuertes le ayudará a mantener una autoestima positiva. No se trata de elogiar todo lo que hace, sino de describir objetivamente las cosas que ha hecho de manera correcta.

Está demostrado que referenciar de manera objetiva hechos que se han llevado a cabo de manera adecuada, ayuda a aumentar la autoestima y fomenta las habilidades personales. Recordar a los niños las cosas que son capaces de realizar, les hará centrarse en potenciar sus capacidades más positivas. De esta manera, estaremos potenciando características personales que serán propias del niño y le ayudarán a encontrar una identidad propia a lo largo de su desarrollo evolutivo. Mira ahora la diferencia entre elogiar y referenciar de manera positiva:

El niño te pregunta: ¿Te gusta la flor que he hecho?

Elogiar: "Me encanta esa flor tan bonita que has hecho, dibujas muy bien las flores".

Referenciar positivamente: "¡Wow! Has dibujado una flor. Y es una flor muy grande con muchos colores. A mi también me gustan mucho las flores. ¿Cuál es tu flor favorita?"

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6. NO ABANDONAR AL MENOR:

El niño afianzará su confianza en ti si no lo dejas solo o le dices cosas como "aquí te quedas, yo me voy" o "vete tu a tu cuarto, no quiero ni escucharte".

El menor puede padecer sensación de abandono si en un momento de crisis o frustración se le deja completamente solo. Lo más adecuado después de haberle puesto el límite de manera clara y concisa, es quedarse a su lado sin decir nada. Si el niño necesita un abrazo, se lo puedes dar. Al ponerle el límite, le has explicado de antemano cuándo sí le puedes hacer caso y hablar con él. Cuando esté más calmado, mientras no se calme no podemos atenderle. Le podemos explicar que estamos ahí con él y que puede contar hasta 10 o darse una vuelta por la habitación para poder relajarse. Si el niño es demasiado pequeño, paciencia hasta que se calme. Por otro lado, si estás en la misma casa y el niño tiene entre 3 y 5 años, puedes dejar la puerta abierta y explicarle que estás en la habitación de al lado recogiendo las cosas, que si necesita algo sepa perfectamente dónde encontrarte.

7. NOMBRAR SUS EMOCIONES Y SUS SENTIMIENTOS:

El niño aprende a describir lo que siente. Cuando se le pone un nombre a las cosas que uno percibe y siente, la persona se siente en calma, porque le da un sentido a algo que, en un principio, no entendía.

Las emociones y sentimientos son difíciles de describir porque son algo abstracto. Muchas de las personas no han tenido la oportunidad de crecer con una educación emocional de base. La educación en general no está orientada a la adquisición de técnicas y herramientas para la gestión emocional, por lo que no se suele estar acostumbrado a utilizar vocabulario variado en lo que respecta a la descripción de las emociones y los sentimientos. Cuánto más vocabulario tengas, mejor podrás describir lo que sientes y más palabras le podrás enseñar a los menores.