Desde caballos y toros hasta gatos, perros y especies autóctonas como carpinchos, este refugio se ha convertido en un símbolo de resistencia y amor en un contexto adverso. Fundado por Gabriela y Noemí Bezeric, el santuario nació con la misión de ofrecer una segunda oportunidad a aquellos seres vivos que han sido víctimas de abandono, maltrato y explotación.
Más de dos décadas de rescate: la historia del santuario
La historia de El Paraíso de los Animales no ha estado exenta de desafíos. Tras varios años de trabajo ininterrumpido, las fundadoras enfrentaron un duro golpe cuando perdieron una propiedad en un litigio bancario. Sin embargo, esto no las detuvo: decidieron continuar en una nueva sede con la misma misión de dar refugio a animales que no tenían otro lugar donde ir. La crisis económica argentina ha dificultado aún más el mantenimiento del santuario, pero las fundadoras se han mantenido firmes en su propósito, incluso en medio de donaciones irregulares y con escaso apoyo gubernamental.
“Prometí que no abandonaríamos a ninguno de nuestros animales", dice Gabriela, dejando en claro que cada vida que llega al santuario es responsabilidad de por vida. Este compromiso incluye el cuidado diario, la alimentación y la atención veterinaria especializada para animales heridos o enfermos.
Una comunidad solidaria, pero insuficiente
El mantenimiento de los 850 animales residentes requiere recursos constantes, desde alimento hasta medicación. A pesar de las dificultades, el santuario recibe apoyo de voluntarios y donaciones que, aunque irregulares, permiten seguir funcionando. Sin embargo, los costos operativos siguen en aumento: alimentar a los caballos y toros, cubrir tratamientos veterinarios y mantener las instalaciones son desafíos diarios.
Para asegurar el bienestar de los animales, Gabriela y Noemí sueñan con construir un hospital veterinario comunitario que no solo brinde atención a los animales del refugio, sino también sirva como un centro de ayuda para mascotas de personas de bajos recursos. Este proyecto permitiría evitar el abandono de animales enfermos y brindar atención gratuita, pero hasta ahora la falta de fondos ha impedido su realización.
Rescate y rehabilitación: más que solo refugio
El trabajo del santuario no se limita a proporcionar un hogar. Cada animal que llega pasa por un proceso de rehabilitación física y emocional. Los caballos rescatados de situaciones de explotación deben recuperar su fuerza, mientras que los perros y gatos abandonados necesitan atención para superar traumas y encontrar confianza en los cuidadores humanos.
El Paraíso también ha rescatado especies autóctonas, como carpinchos, víctimas del tráfico de fauna o accidentes. Cada vida que llega al santuario es un recordatorio de la necesidad de contar con políticas públicas más fuertes en favor del bienestar animal y contra el maltrato.
El futuro del santuario: una carrera contra el tiempo
Gabriela es consciente de que el santuario necesita garantizar su continuidad a largo plazo. “Esto no puede morir conmigo”, reflexiona. Para asegurar el futuro del proyecto, buscan ampliar la red de colaboradores y donantes, además de fortalecer la presencia en redes sociales para conseguir más apoyo.
“Sobrevivimos con lo mínimo”, dice Gabriela en un tono que mezcla gratitud y resignación en un país donde la inflación anual es superior al 200% y la pobreza afecta al 52% de la población.
El llamado de las fundadoras es claro: sin ayuda constante, el santuario corre el riesgo de cerrar, dejando a cientos de animales sin hogar ni cuidado. La falta de un apoyo institucional sólido refleja una deuda pendiente en el país respecto al bienestar animal.
Un llamado a la reflexión: ¿qué significa realmente cuidar?
El Paraíso de los Animales invita a reflexionar sobre la responsabilidad colectiva en el cuidado de la fauna. Cada animal rescatado cuenta una historia de abandono, explotación o negligencia, recordándonos que el maltrato sigue siendo un problema estructural. El santuario no solo ofrece una solución para los animales que llegan, sino que genera conciencia sobre la importancia de actuar en favor de quienes no tienen voz.
La historia de este santuario es una lección de resiliencia y empatía. En un país marcado por crisis económicas recurrentes, el compromiso inquebrantable de Gabriela y Noemí es un testimonio del poder del amor y la acción. Sin embargo, el futuro del santuario depende del apoyo de la comunidad y de la sociedad en su conjunto.
Cómo ayudar
El Paraíso de los Animales necesita ayuda urgente. Aquellos interesados en contribuir pueden hacerlo a través de donaciones, voluntariado o difundiendo su trabajo en redes sociales. Apoyar iniciativas como esta es fundamental para construir una sociedad más empática y justa, donde cada ser vivo tenga la oportunidad de vivir con dignidad.
La historia de este santuario no es solo la historia de 850 animales rescatados. Es la historia de dos mujeres que decidieron no rendirse y que, a pesar de todas las adversidades, continúan luchando para que cada vida cuente.
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