Todos queremos ser felices, pero, ¿cómo es posible lograrlo? A diferencia de lo que nos dirían algunas películas o libros, no hay que estar sonriendo todo el tiempo para ser feliz. Es más bien un estilo de vida que practicamos todos los días y que nos permite estar en armonía con nosotros mismos y con quiénes nos rodean.
Estos son 10 indicadores de que tu estilo de vida te permite experimentar felicidad todos los días.
1. Aprendes algo nuevo cada día
Aunque sientas que es solo una parte de tu rutina o algo que tenías que hacer para cumplir con tu trabajo, aprender cosas nuevas puede hacerte feliz.
No tiene que ser algo que cambie tu vida significativamente, algo sencillo como aprender un paso de baile o andar en bicicleta puede enriquecer tu vida más de lo que crees.
2. Pasas tiempo en la naturaleza
Ya sea que vayas a un parque o a tu jardín, durante la noche o durante el día, estar rodeado de la naturaleza puede ser una experiencia muy gratificante y relajante que le añade una dosis diaria de felicidad a tu vida.
3. Amas tu cuerpo
Hay muchas maneras de demostrar que amas tu cuerpo. Una de ellas es hacer ejercicio por medio de caminatas, trotes, yoga o natación. Otra es alimentarte correctamente con frutas, verduras y otros alimentos que te hacen bien. Y, por supuesto, un dulce de vez en cuando es una buena forma de consentirte y quererte.
Mantener un cuerpo saludable es el mayor acto de respeto y amor que puedes realizar.
4. Empiezas a cocinar
Los alimentos cocinados con nuestras propias manos son más saludables, sabrosos y beneficiosos para el cuerpo que los de un restaurante o que la comida para llevar. Si bien puede que inicialmente no te guste el sabor o no encuentres el tiempo para hacerlo, con la práctica irás mejorando y podrás comenzar a preparar recetas un poco más avanzadas.
Al principio, puedes cocinar solo los fines de semana y poco a poco ir incorporando tus sabores favoritos.
5. Haces algo que te da miedo
Superar nuestros miedos es una de las claves más importantes para superarnos a nosotros mismos. Al principio, no parecerá un placer, pero con el tiempo puedes comenzar a disfrutar lentamente de algo que te asusta, incluso si no te das cuenta de que está sucediendo.
Puede ser cualquier cosa: ver una película de terror, mudarse, aprender a nadar o hablar en público. Superar tus miedos es sumamente gratificante y definitivamente te hace más feliz.
6. Duermes bien
El sueño es uno de los componentes más importantes de la buena salud, y, como dijimos antes, respetar nuestro cuerpo es una forma de ser feliz.
El estrés y las preocupaciones diarias pueden negarnos una buena noche de descanso, así que es importante formarnos una rutina de sueño que nos ayude a descansar correctamente todos los días.
Esto no significa que las personas felices no tengan que lidiar con las molestias del día a día, o que son incapaces de sufrir de desórdenes de sueño, sino que saben cómo dedicar tiempo al descanso correcto para su cuerpo y mente.
7. Sabes ofrecer y pedir ayuda sin dificultad
Pedir ayuda y ofrecerla a su vez es la base de un intercambio positivo entre las personas. Hacer algo positivo por nuestras personas cercanas o incluso un extraño tiene efectos positivos para todos los participantes, y saber pedir ayuda sin sentirnos mal ni inferiores demuestra un nivel de madurez emocional que es muy importante para vivir plenamente cada día.
8. Aprecias los detalles
Pocas personas saben apreciar plenamente los pequeños momentos felices de cada día. Pequeñas interacciones con los demás o con tu ambiente que te llenan un poco el corazón. Aprender a reconocerlas y disfrutarlas es clave para mantener un buen estado de ánimo.
9. No juzgas
En general, las personas felices no tienen tiempo ni energía emocional para para juzgar a los demás. Ya tienen suficiente con sus vidas como para dedicarle tiempo a inspeccionar las de los demás en busca de fallas.
Las personas felices saben escuchar, discutir sin aburrirse y en principio disfrutan de la presencia de los demás.
10. Eres amistoso
Las personas felices tienen una actitud positiva frente a los demás, aprecian sus bondades y no los juzgan por sus debilidades, sino que buscan ayudarlos a fortalecerlas si les es posible.
Más importante aún, saben disfrutar de los éxitos de los demás sin sentir envidia ni sentimientos de inferioridad. La seguridad en sí mismos les permite reconocer lo bueno de los demás sin compararse con ellos.
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