Para un recién nacido, el alimento no lo es todo en su desarrollo. También necesita sentirse seguro, cuidado y, sobre todo, amado. Por eso es importante mantener su calor y arroparlo. Muchas veces es la familia quien le brinda esa contención que precisa, pero esto no siempre es así. A veces los vínculos de sangre pueden ofrecer relaciones que no son sanas y que, en vez de generar un entorno amoroso, lo tornan estresante o doloroso.
Por eso, para muchas personas es un gran alivio saber que no están solas, porque hay un amor que se puede elegir y que puede ser aún más fuerte y sanador que cualquier vínculo de sangre: los amigos.
Hay quienes sienten que los amigos también son su mejor familia, aunque sí hayan podido desarrollar vínculos saludables que mantienen y les hacen bien al corazón. En esos casos, ¡la familia se amplía!
Conoce aquí cuáles son algunas de las razones por las que un amigo puede ser la mejor familia.
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Se eligen desde el corazón
A veces sucede que sentimos compromisos o responsabilidades con la familia solo por el simple hecho de serlo. Pero esa elección, por lo general, no es sentida, no viene del corazón, sino del miedo, el apego o la responsabilidad.
Los amigos, en cambio, no comparten ningún compromiso. No se aman solo por compartir un grupo sanguíneo o un apellido. Se eligen con libertad y desde el corazón. Y esa es la base de cualquier vínculo sano.
Comparten una misma sintonía
No siempre tenemos los mismos amigos a lo largo de la vida porque con el tiempo vamos cambiando y sentimos más o menos afinidad hacia algunos y ya no tanto hacia otros. Es un proceso natural y es sano que así ocurra.
Con la familia, en cambio, podemos llegar a sentir que "tenemos que amar" a alguien con quien quizás no compartimos o no se ha desarrollado un vínculo de amor a lo largo de nuestra historia. Es bueno que podamos cuestionarnos esto para poder vivir nuestras relaciones en todos los planos de nuestra vida con mayor libertad, eligiendo desde el corazón con quién queremos compartir nuestro camino. ¿No lo crees?
Impulso, apoyo y crecimiento mutuo
Un buen amigo nos acompaña, nos apoya, nos motiva a crecer. No nos juzga, ni critica ni refuerza nuestros temores. Tampoco deposita en nosotros expectativas como muchas veces sucede con los vínculos familiares. Un amigo te conoce como nadie. No espera que seas de tal o cual forma. Se siente feliz si te ve contento y eso sucede siempre en ambas direcciones, aunque cada uno de y reciba a su manera.
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El amor puede ser más desapegado
Cuando dos personas se eligen desde el corazón entonces hay más espacio para la sinceridad, para los sentimientos más genuinos, y eso le resta lugar al miedo. El apego y el miedo van de la mano. Por lo tanto, un amor de amigos tiene más posibilidades de trabajar el desapego. Por eso mismo muchas amistades pueden morir y renacer una y mil veces.
No hay lugar para los tabúes
Muchas veces con la familia a uno le da pudor hablar sobre ciertos temas o mostrar tal faceta de su personalidad porque "¡qué van a pensar!". Pero con un amigo que uno siente como su familia, no hay excusas. Se es como es, sin pretender agradarle o "encajar". Porque, nuevamente, la elección es libre, de corazón a corazón.