Por Manuela Toro, Universo MOLA
Más de 1.100 personas murieron al derrumbarse el edificio dónde estaban produciendo prendas de manera industrial. Un edificio que no cumplía con las medidas básicas de seguridad. El término slow fashion fue acuñado en el año 2007 por Kate Fletcher, profesora de sostenibilidad, diseño y moda en el “Centre for sustainable Fashion” en Londres.
Más allá de ser un movimiento contrario a la producción masiva y acelerada de la industria de la moda, el slow fashion promueve un estilo de vida, que implica tener un ritmo de consumo lento y analítico en la cotidianidad, donde importa la conexión entre materias primas, proceso de producción, condiciones laborales y cuidados del medio ambiente.
Es tener conciencia como ciudadanos y exigir la transparencia de los procesos de producción, a través de la trazabilidad de las prendas. De forma que el consumidor sepa quién, dónde y bajo qué condiciones se ha elaborado la ropa que lleva.
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En el slow fashion los tiempos de producción están dictaminados por lo humano, no por el consumo.
Es una propuesta ética que ralentiza el ritmo de compra para hacer una pausa y enfocarse en lo realmente necesario. No satura, cuida. Tiene un propósito y una intención y esa es cuidar todo el ciclo del producto para contribuir al cambio sostenible, por la visión que promueve de usabilidad a largo plazo. Calidad antes que cantidad.
Recordemos que antes de que se posicionara en la sociedad el consumismo y la industrialización, las generaciones anteriores producían sus tejidos y vestían bajo sus propios recursos y tiempo.
El slow fashion es contracultural y tiene una onda más atemporal que moderna, porque cuida el ciclo de vida de las prendas, sacándoles provecho y teniendo alternativas para alargar el tiempo útil de estas, incluso toda la vida.
Además existen muchas formas de ser Slow en moda, por ejemplo comprar ropa de segunda mano permite alargar la vida útil de las prendas y evita contribuir a esa producción y adquisición masiva de prendas, porque no hay nada más sostenible que lo que ya existe. Otra forma de estar dentro de ese mood del Slow fashion es sacar tu lado más creativo y customizar las prendas, restaurarlas y transformarlas.
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Intercambiar ropa con tus amigos y familiares, heredar piezas vintage e ir contando diferentes historias a lo largo del tiempo a través de esas prendas. Eso crea valor y permite construir una relación de respeto y cuidado por lo que adquieres, por tus pertenencias. De esa forma también estás aplicando el slow fashion y siendo consciente del valor de esas prendas.
No es una tendencia o algo pasajero que esté de moda
Es un acto consciente sobre nuestras propias necesidades, teniendo en cuenta las de los demás y aplicarlo no solo en lo fashion, sino manteniendo también un slow living; es decir, en todos los actos diarios promover y actuar bajo esas características éticas y de cuidado transversal al medio ambiente, a la sociedad y a la economía.