Numerosos estudios han demostrado que la domesticación de animales salvajes, como cerdos, vacas y gatos, reduce drásticamente el tamaño relativo de su cerebro. Este fenómeno se ha atribuido a que los animales domesticados ya no necesitan la misma potencia cerebral para sobrevivir que sus antecesores salvajes: En el entorno seguro proporcionado por los humanos, no hay necesidad de temer los ataques de depredadores o buscar comida
Sin embargo, con los perros, parece darse todo lo contrario.
Al comparar cráneos de 865 perros de 159 razas recolectados durante las últimas décadas, un equipo de investigadores ha descubierto que los perros modernos, criados en los últimos 150 años, tienen un cerebro de tamaño mayor en relación con el tamaño de su cuerpo que antiguamente.
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¿Mayor complejidad del entorno, mayor cerebro?
Los resultados sugieren que, aunque la domesticación del perro hace miles de años podría haber reducido inicialmente partes del cerebro canino, como las relacionadas con la elección de pareja, los depredadores o la caza, la cría moderna ha desencadenado un modesto crecimiento cognitivo en el último siglo y medio.
"Las distintas razas de perros viven en distintos niveles de complejidad social y realizan tareas complejas que probablemente requieran una mayor capacidad cerebral", dijo Niclas Kolm, biólogo evolutivo de la Universidad de Estocolmo y uno de los autores del estudio. Siguiendo este razonamiento, los investigadores se plantearon la idea de que algunos canes criados por humanos para desempeñar tareas complejas, como el pastoreo o el deporte, serían dueños de un cerebro más grande.
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Hipótesis equivocada
Pero la explicación, en realidad, es mucho más simple: el tamaño del cerebro de los perros depende de su cercanía genética con los lobos. Aunque el tamaño del cerebro de un lobo es un 24 por ciento mayor que el de un perro de tamaño similar, cuanto más se diferencia una raza de perro genéticamente de un lobo, más grande es su cerebro. Este parece ser el único factor relevante y no la función de la raza, el tamaño de sus camadas o su esperanza de vida.
Esto coincide con estudios anteriores, que han demostrado que el tamaño absoluto del cerebro de cada perro influye en su memoria y autocontrol, pero no parece ser lo bastante fuerte como para influir en el tamaño relativo de su raza. Los resultados se apoyan en otras investigaciones recientes, que demuestra que el comportamiento para el que se crían ciertos perros no se manifiesta en su composición genética.
El estudio fue publicado en la revista Evolution.