De manera tajante, se dice que el problema no era fracaso escolar. En realidad, era racismo. Así lo declara la conocida maestra que revolucionó la educación en el Chaco. Sus palabras han tenido mucha resonancia entre la comunidad.
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Ella se llama Mónica Zidarich
Acaba de cumplir 60 años y desde los 22 trabaja como educadora en El Sauzalito. Lleva 38 años enseñando y tiene mucho que contar. Cuando llegó a esa región, se topó con muchos problemas y un gran desdén educantivo.
“Los maestros eran racistas, discriminaban a sus alumnos, decían que tenían problemas de aprendizaje, que no aprendían porque faltaban mucho a la escuela y que los padres no les insistían porque no les importaba nada. Tenían una actitud despectiva”.
Así resume ella la situación que encontró durante los años 80. Los niños repetían continuamente el primer grado. Los padres no insistían mucho en educar, a la vez que estaba la gran barrera del idioma en una colectividad indígena.
A nadie se le había ocurrido aprender la lengua nativa
Mónica entendió que el asunto debía ser bilateral: ella le enseñaba a los alumnos y los alumnos le enseñaban algo a ella. Entonces, tuvo que aprender wichí (lengua indígena del Chaco central). Fue la única manera de avanzar.
El pueblo de Sauzalito se localiza en el Chaco argentino, en la vera del río Bermejo. Una tarea interesante, más cuando buena parte de la población aborigen se desplaza entre tres territorios: Argentina, Bolivia y Paraguay.
En el caso argentino, los censos señalan que unos 10.000 wichís viven en el Chaco. El pueblo de El Sauzalito tiene cerca mil pobladores. Nadie se había planteado el reto de aprender las lenguas indígenas propias de esa zona.
Mónica Zidarich llegó durante los años 80 a ese poblado. Los niños solían repetir el primer grado. No sabían hablar español y su lengua nativa era el wichí. Fue Mónica la primera docente que quiso entenderse con ellos en su lenguaje natal.
La clave: un mejor trato y cercanía con los alumnos
Cuando los niños hablaban wichí, eran amonestados. Los anteriores profesores los desdeñaban y reprobaban. Pero, con la llegada de Mónica eso cambió. Ella aprendió su idioma y se relacionó con la comunidad indígena.
Pero, ella hizo algo más: enseñó a los niños y ahora esos niños son maestros. Formó a la nueva generación que practica la inclusión. Como ella misma lo asevera, lo que existía antes era un problema de racismo, no de capacidad de aprendizaje.
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¿Qué opinas acerca de esta historia de una profesora en El Sauzalito? Un ejemplo de que se debe practicar la inclusión, aprender a relacionarse con los alumnos. Nada de racismo tácito en el escenario de las aulas.
Fuente: El País.