Desde hace un tiempo, el término cruelty-free viene pisando fuerte en los consumidores. En primera instancia podemos entender, gracias a su traducción, que los productos que compremos y que contengan esta leyenda son libres de crueldad hacia los animales. Pero, ¿qué significa específicamente esto?
Cada vez son más las marcas que eligen que sus productos sean cruelty-free, es decir, que deciden no utilizar animales en ninguna fase de su elaboración. Ojo, no siempre es sinónimo de vegano (sin utilización de cualquier material que provenga de un animal), ya que muchos pueden tener estampada esta identificación pero, de todos modos, contener derivados de animales.
Lo que sí es seguro es que todo producto vegano es libre de tortura animal.
Una marca que busca ser cruelty-free debe cumplir con un criterio fundamental: que ninguno de los insumos usados en la fabricación ni los productos sean testeados en animales. Cuando decimos testeo hablamos de cuando se obliga a un animal vivo a someterse a algo que le cause dolor, sufrimiento o daño duradero para realizar un experimento o prueba científica. Según aseguran en Cruelty Free International, los animales utilizados en los laboratorios sufren daños deliberados y suelen ser sacrificados al final del experimento.
¿Cómo podemos identificar si un producto es cruelty-free o no?
Existen tres logos (que seguramente viste más de una vez) que avalan que esos productos son libres de crueldad animal. Están certificados por las organizaciones Cruelty Free International, PETA y Choose Cruelty Free.
La industria de la moda, por su lado, año tras año viene poniendo la lupa en la confección de sus productos. Los materiales, su origen, la mano de obra… todo debe ser cuidadosamente pensado. La premisa de la ropa cruelty-free es que ningún animal debe sufrir en su fabricación, distribución o comercialización.
La teoría es bastante clara, pero en la práctica muchas veces la información es poca y comienzan las dudas y mareos. Lo primero que debemos hacer para asegurarnos de comprar ropa libre de crueldad hacia los animales es prestarle mucha atención a las etiquetas. Así como, de a poco, nos estamos acostumbrando a leer en detalle los ingredientes de los paquetes de comida que compramos en el supermercado, deberíamos adoptar el mismo hábito en las tiendas comerciales.
¿Qué materiales deberíamos evitar?
Cueros, pieles naturales, lana, seda, alpaca, mohair, cashmere, pashmina, plumas y plumón. Hay muchas opciones para reemplazarlos. En Gorrión, por ejemplo, usamos cuero sintético, algodón y textiles de poliéster para la fabricación de todos nuestros productos. Otras opciones son seda artificial, crayón, lino, sarga, nylon, micropolar, fibras, pieles y plumas sintéticas
Durante muchos años se prefirió el uso del cuero por sobre cualquier otro material, hoy podemos evitar utilizarlo y, así, aportar nuestro granito de arena para tratar de disminuir el maltrato animal. Si queremos aumentar nuestro compromiso ecológico podemos luchar por el reciclaje y reutilización de estos materiales, para generar menos residuos y que el planeta sea más sostenible.