Por Marta Macho-Stadler, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

Los estudios sobre epidemias de fiebre tifoidea comenzaron a finales del siglo XIX. En 1879, el patólogo Karl Joseph Eberth descubrió el bacilo Salmonella typhi, que infecta los intestinos y la sangre causando fiebre tifoidea. Más tarde, su descubrimiento fue verificado por otros bacteriólogos.

Pronto se descubrió que la fiebre tifoidea puede propagarse a través de agua contaminada o fuentes de alimentos, es decir, se transmite por vía digestiva. Como la Salmonella typhi se elimina a través de las heces, una persona infectada también puede transmitir la enfermedad si, por ejemplo, prepara comida con las manos sin lavar.

Aunque la bacteriología progresaba rápidamente a principios del siglo XX, no se conocían todas las formas en las que se pueden propagar enfermedades contagiosas como la fiebre tifoidea. Por ejemplo, no se había descubierto aún la posibilidad de que personas portadoras sanas o asintomáticas pudieran transmitir esta dolencia.

Mary Mallon, la tifoidea

Mary Mallon nació en 1869 en Cookstown (Irlanda del Norte). En 1884 emigró a Estados Unidos para iniciar una nueva vida junto a unos tíos. En 1900 empezó a ganarse la vida como cocinera en una casa en Mamaroneck (Westchester, Nueva York): en menos de dos semanas, todos los residentes contrajeron fiebre tifoidea. En 1901 se mudó a Manhattan y trabajó para varias familias acomodadas, que también enfermaron de la misma dolencia al poco tiempo de llegar ella a sus casas.

Ilustración que apareció en 1909 en The New York American. Fuente: Wikimedia Commons

En 1906, se afincó en Oyster Bay (Long Island) y se empleó como cocinera para la familia del rico banquero Charles Warren, que pasaba allí sus vacaciones de verano. Seis de las once personas que ocupaban la casa –la esposa de Warren, dos de las hijas, dos doncellas y el jardinero– enfermaron de fiebre tifoidea.

Esta enfermedad estaba vinculada a barrios pobres en los que el hacinamiento y la falta de buenos servicios higiénicos provocaban serios problemas sanitarios. Así que el dueño de la casa –que no quería perder la adinerada clientela que pasaba en ella sus vacaciones– contrató los servicios del ingeniero sanitario George Soper, especialista en brotes de fiebre tifoidea. Su inspección para determinar la causa del brote fue exhaustiva: analizó el agua potable, los inodoros y el pozo negro, y los descartó como fuente de infección.

Soper empezó a sospechar de Mary Mallon al saber que la cocinera se había ido sin dar explicaciones unas tres semanas después del brote de fiebre tifoidea. El ingeniero rastreó el historial de empleo de Mallon y descubrió que había trabajado para otras siete familias desde 1900 y que en esas casas se habían declarado veintidós casos de esa enfermedad, provocando la muerte de una niña.

El microbiólogo Robert Koch había investigado poco tiempo antes algunos brotes de fiebre tifoidea en una panadería de Estrasburgo. La panadería estaba limpia y el suministro de agua en buenas condiciones. Koch descubrió que, años antes, la panadera había contraído la fiebre tifoidea y se había recuperado. Sin embargo, a pesar estar sana, su organismo conservaba gérmenes tifoideos que ella contagiaba debido a su falta de higiene. Conocedor de este caso, Soper supuso que probablemente Mary transmitía la infección al no lavar convenientemente sus manos antes de manipular los alimentos.

El ingeniero debía analizar muestras de sangre y heces de la cocinera para ratificar sus sospechas. Ante la negativa de Mary a cooperar, Soper se puso en contacto con el Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York. Las muestras tomadas a Mallon confirmaron la presencia del bacilo Salmonella typhi en su cuerpo, aunque nunca había mostrado ningún síntoma. Fue arrestada y confinada en la isla North Brother (frente a la costa del Bronx, Nueva York) en nombre de la seguridad pública.

Mallon encargó un estudio a un laboratorio privado. Los resultados fueron negativos, no había presencia de fiebre tifoidea en su organismo. Mary exigió su libertad, convencida de la injusticia cometida: “Esta afirmación de que soy una amenaza perpetua en la propagación de gérmenes tifoideos no es cierta… Soy una persona inocente. No he cometido ningún delito y me tratan como una criminal. Es injusto, indignante, incivilizado”. La Corte Suprema de Nueva York denegó su solicitud y decidió apoyar la decisión del Departamento de Salud.

Manera en la que Mary Mallon infectaba a las familias para las que trabajaba. Fuente: WikimediaCommons

En 1910, un nuevo inspector de salud decidió levantar la reclusión a Mary con el compromiso de que no volviera a trabajar como cocinera.

Pero Mary no cumplió su promesa: convencida de que no era portadora de la enfermedad e incapaz de encontrar un trabajo digno, volvió a emplearse como cocinera bajo el nombre de Mary Brown.

En 1915, un brote de fiebre tifoidea se declaró en la Maternidad Sloane de Manhattan. Afectó a veinticinco personas y dos de ellas fallecieron. Las investigaciones condujeron hasta la cocinera. La opinión pública se puso abiertamente en su contra apodándola, cruelmente, Tiphoid Mary, “María tifoidea”.

El 27 de marzo de 1915, las autoridades del Servicio de Salud Pública pusieron en cuarentena total –por segunda vez en su vida– a Mary. Falleció durante ese exilio, el 11 de noviembre de 1938, 23 años más tarde, de una neumonía.

Mary Mallon, ¿víctima o criminal?

Aunque Mary era portadora de la bacteria que provoca la fiebre tifoidea, nunca mostró ninguno de sus síntomas, que incluyen fiebre, dolores de cabeza y diarrea. Inmune a la enfermedad, fue la primera persona en Estados Unidos identificada como portadora asintomática del patógeno.

Sin embargo, Mary no fue la portadora más letal del germen de la fiebre tifoidea en la historia de Nueva York. En 1922, el transportista Tony Labella causó dos brotes de la enfermedad, contagiando a más de cien personas y provocando cinco muertes. Aunque cientos de portadores sanos habían sido identificados y vivían en libertad, Mary tuvo en contra a una opinión pública, que no le perdonó el no haberse mantenido lejos de la cocina.

¿Por qué Mallon fue la única procesada por su comportamiento imprudente? La historiadora Judith Leavitt, autora de Typhoid Mary: Captive To The Public’s Health, cree que influyeron su comportamiento agresivo y los prejuicios contra ella al tratarse de una mujer y, además, inmigrante.

Aunque las autoridades debían proteger a la población de este grave problema de salud pública, nadie se acordó de ayudar a Mary. Era una mujer soltera, de mediana edad, sola y sin formación para ganarse la vida alejada de los fogones. Quizás con el apoyo de las autoridades la última parte de su vida no habría terminado en casi medio siglo de cuarentena.


Este artículo es una versión revisada de Mary Mallon: ‘Typhoid Mary’ que se publicó en el blog Mujeres con ciencia de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU el 23 de septiembre de 2015.


Marta Macho-Stadler, Profesora de matemáticas, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.