Separarnos o perder a una pareja es un suceso difícil, doloroso y complejo que nos toca la vida en muchos sentidos. De un momento a otro, todo cambia y un torbellino de emociones nos envuelve.

Se experimenta como una pérdida de la cual muchas veces sentimos que no podremos recuperarnos, y en esos momentos es difícil creer que es posible rearmarnos, reorientar nuestra vida y que hacerlo depende de nosotros, de las cosas que hagamos y de las decisiones que tomemos.

Con mucha frecuencia queremos escapar de eso que sentimos, evadirlo, y buscamos muchas maneras de hacerlo, inclusive poniéndonos enseguida en otra relación, lo cual no solamente posterga el inevitable duelo que hay que atravesar para realmente sanar, sino que puede afectarnos más de lo que creíamos.

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¿Por qué es sano dejar pasar un tiempo entre una relación y otra?

La psicóloga y trabajadora social especializada en parejas, Danielle Forshee, explica que si das inicio a una nueva relación poco tiempo después de haber terminado una (de dos semanas a dos meses, y más cuando la anterior ha sido traumática y el rompimiento se dio por infidelidad o malos tratos) lo que harás es que el trauma será conectado a tu circuito cerebral.

Lo que sucederá, según Forshee, es que la persona tenderá a repetir los errores de su anterior relación y además confiar en su nuevo amor le será imposible. Y suena bastante razonable, ya que dar inicio a una relación enseguida, no da tiempo para sanar las heridas, para recuperarse y para volver a creer en uno mismo.

Nuestra psiquis funciona intentando sostener un equilibrio, una homeostasis, que le es indispensable si no quiere enfermar. Y las cosas que están en nuestra vida (pareja, padres, estudio, proyectos, etc.) forman parte de ese equilibrio logrado.

Cuando perdemos alguna de estas cosas nuestra psiquis se desbalancea, pierde esa homeostasis y se nos impone, el esfuerzo de volver a lograr un nuevo equilibrio que contemple la ausencia de lo perdido. Esto se logra después de un cierto tiempo y de un gran trabajo, justamente conocido como trabajo de duelo.

El duelo es el esfuerzo que debemos realizar para restaurar una estabilidad que se ha perdido a partir de la desaparición de algo o alguien importante para nuestra vida.

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No solo se trata de una recuperación emocional...

Es sano darse ese tiempo entre relaciones, no solo para sanar y superar ese fracaso, es importante también aprender a convivir con uno mismo. Cuando te das ese tiempo a solas aprendes a conocerte mejor, sabrás qué puedes mejorar y cambiar; pero además, algo interesante que ocurrirá es que vas a aprender a hacerte una lista mental de las cualidades que te interesan en un próximo amor.

Tienes la experiencia del pasado y sabes que no quieres volver a tener en tu vida a una persona (por ejemplo) egoísta, tacaña, grosera, orgullosa o mentirosa. Así que procurarás que el próximo que llegue a tu vida sea diferente al anterior, que tenga muchas cualidades que buscas y además estarás preparada para trabajarlo de una manera diferente, o en última instancia, dejarla si notas que algo no funciona y el patrón corre el riesgo de repetirse.

Lo ideal para vivir un duelo es no resistirnos, no buscar víctimas o victimarios; es centrarnos solamente en nosotros y asumir y responsabilizarnos de nuestras acciones, para saber cómo queremos verdaderamente estar.

Revisar qué pusimos y qué no pusimos nosotros para que esa relación terminara, ya que solo de esa manera aprenderemos de esa dolorosa experiencia que tanto nos ha costado, y así dejar de seguir reproduciéndolo una y otra vez.

Recuerda siempre que el dicho tan famoso “un clavo saca otro clavo”, no es lo más saludable. Ninguna relación amorosa puede ser buena si estás llena de miedos e inseguridades. Date el tiempo que necesites para sentirte seguro y plena nuevamente.

Fuentes:

TKM

Familias