En el último tiempo, nos hemos vuelto fanáticos de chatear, muchas veces, reemplazando las llamadas telefónicas. ¿A qué se debe? Al hablar por teléfono, ponemos más en juego: no tenemos emojis para resguardarnos cuando no sabemos qué palabras usar, pensamos qué pasará si nos quedamos sin algo para decir y nos da miedo el silencio. Sin embargo, muchos especialistas aseguran que hablar por teléfono es importante y positivo para nosotros.
En un contexto en el que predomina la falta de tiempo, al tomarse un momento para llamarnos y tener una conversación, la otra persona nos dice: “Tengo tiempo para ti. Eres importante”.
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“Cuando hablamos con personas que queremos, nuestro cerebro libera oxitocina, la responsable de hacer que nos sintamos cerca y conectados con el otro”, la explicó neurocientifica de la Universidad de Tasmania (Australia), Lila Landowski, en diálogo con The Guardian. “No solo eso, sino que también nos hace sentir mejor ya que reduce los niveles de estrés”, agregó.
Sin embargo, Landowski afirma que no pasa lo mismo con los mails o los mensajes de texto: si bien los mensajes activan la vía de recompensa del cerebro, no liberan oxitocina.
Pero este no es el único motivo. Para Barbara Keys, de la Universidad de Melbourne, el teléfono es un excelente transmisor de las capacidades de la voz humana, “uno de nuestros instrumentos más poderosos, diseñado no solo para comunicarnos sino también para construir intimidad”.
“Nuestras voces transmiten la emoción de una forma tan eficaz que podemos identificar emociones en el discurso de otro incluso cuando el otro intenta esconderlas”, sseñala la especialista.
A diferencia de la comunicación digital, las llamadas telefónicas incentivan las emociones positivas: conexión, orgullo, agradecimiento y felicidad. De hecho, los psicólogos dicen que, sin importar si somos extrovertidos o introvertidos, necesitamos del contacto con otros y nos sentimos más vivos después de hacerlo. Las llamadas telefónicas generan esas conexiones.
Si bien los teléfonos no son herramientas perfectas, el crecimiento del uso de los smartphones no deriva en una mejor comunicación, sino tan solo más comunicación. Y eso, muchas veces, significa que nos escuchamos menos, llevándonos a perder una parte fundamental de lo que nos conecta con los demás: escucharnos mutuamente.