La fotografía del niño chino Wang, quien llegó a su salón de clases con el pelo y las cejas congeladas, se hizo viral en todo el mundo el año pasado. Si bien muchos de los compañeros de su clase encontraron gracioso su aspecto, la foto demostró un realidad muy dura de la vida rural en china que muchos desconocíamos.
Wang tenía que caminar nada menos que 4 kilómetros y medio ida y vuelta todos los días para ir y venir de sus clases. Le tomaba una hora y media cada viaje y en el camino tenía que sufrir la inclemencia del clima. En su hogar, las condiciones tampoco eran mucho mejores, porque su familia era sumamente pobre y su casa estaba hecha de paredes de barro que no los protegían del todo.
Pero la popularidad de la foto impulsó una oleada de compasión alrededor del mundo que terminó con la acumulación de 245 mil libras esterlinas (315 mil dólares) en donaciones a la familia de Wang. Adicionalmente, otras donaciones dirigidas a la escuela le permitieron a la institución mejorar considerablemente las condiciones de las aulas.
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La familia fue capaz de mudarse de una casa precaria a un hogar de dos pisos que queda a solo 10 minutos de la escuela. Por si fuera poco, la escuela recibió donaciones que le permitieron habilitar calefacción para las aulas y una habitación donde los estudiantes que viven muy lejos pueden aprovechar.
"La vida es mucho mejor", dijo el padre del niño a la publicación People's Daily. "En comparación con las paredes de barro y el camino embarrado, estamos mucho mejor protegidos del viento y la lluvia".
La solidaridad del mundo le ha enseñado a un grupo de niños que sí existe esperanza más allá de las condiciones que viven actualmente, según el subdirector de la escuela, Fu Heng. Es gratificante ver como el poder del internet generó un cambio significativo en la vida de una familia y su comunidad.
Wang, sin embargo, sigue siendo el mismo, pues como ya confesó cuando se hizo viral, lo que de verdad espera de su futuro es convertirse en policía para "poder atrapar a los malos".
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