Quizás en alguna ocasión escuchaste o alguien te dijo que, en verdad, lo que te molesta de los demás es algo de ti que no quieres ver; o tal vez ésta sea la primera vez.
Cuando somos bebés creemos que el mundo y nosotros somos una sola misma cosa. Pero a medida que crecemos, construimos nuestra identidad en relación a un otro. Comprendemos que somos quienes somos diferenciándonos de quien no somos.
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Esa misma relación de espejo se da, luego, a lo largo de toda nuestra vida y de formas muy variadas.
Tenemos distintas formas de verlo. Quizás la más difícil sea ésta: darnos cuenta de que esa persona cuyas actitudes nos irritan, o esa situación que queremos evitar, en verdad nos refleja algo de nosotros mismos.
Te proponemos aquí un experimento para que tú mismo lo compruebes.
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Experimento
Toma una hoja de papel y escribe eso que más te molesta. Sé sincero y no te juzgues. Nadie lo leerá. Piensa en lo que te resulta más repulsivo. ¿Qué quisieras que cambie?
Ahora cambia de rol. Vuelve a escribir lo mismo pero en primera persona. Dilo en voz alta. Escúchate.
Piensa de qué manera tú estás actuando también así con los demás o contigo mismo. Al tomar consciencia y asumirlo ya estarás dando un paso muy importante. Porque tú no puedes cambiar a nadie que no seas tú mismo. El trabajo siempre será hacia adentro; tu afuera vendrá a reflejarte lo que sea parte de tu aprendizaje para tu propia evolución.
Fuentes: