Durante décadas, los paseos en poni o caballo en parques parisinos icónicos como Champ de Mars, Parc Monceau o Parc du Luxemburgo han sido un elemento indiscutible del imaginario romántico de la ciudad. Muchos colegios franceses organizan salidas para que los jóvenes con la excusa de que puedan disfrutar un poco de la naturaleza y «familiarizarse» con este animal. También las parejas aprovechan la ocasión para realizar alguna que otra escapada a lomos de este diminuto corcel por la «ciudad del amor».
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Amandine Sansivens, activista de Paris Animaux Zoopolis (PAZ), dijo a Reuters: «Los ponis no son juguetes. Los niños no aprenden nada sobre ellos de estos paseos, no se crea ningún vínculo emocional. Simplemente convierten a los ponis en objetos de entretenimiento». PAZ presentó una petición para prohibir estas atracciones que reunió más de 8.400 firmas.
El primer resultado importante hacia el camino de la prohibición llegó en 2021, cuando París introdujo una carta de bienestar animal para los ponis. A principios del año siguiente, los cuidadores de estos animales firmaron nuevos contratos con el Ayuntamiento en los que se comprometían a respetar las medidas de la carta, como poner agua y heno a disposición de los animales, limitar el tiempo de transporte a un máximo de 2 horas/día y no enviar a los équidos al matadero al final de su carrera.
Sin embargo, pese al compromiso de las autoridades de París de «reforzar las acciones adoptadas para poner fin a las prácticas nocivas para los animales y su bienestar». las indicaciones de la carta han sido a menudo desoídas y, casi rindiéndose ante la imposibilidad de hacerla cumplir, el mes pasado, tras decisiones similares en Marsella y Lyon, también París llegó a la solución más drástica: retirar progresivamente las licencias a los operadores de carreras. Una decisión que, sin embargo, según el Ayuntamiento parisino, no significa renunciar a la presencia de estos animales en los parques: «El objetivo no es excluir totalmente a los ponis, sino trabajar en una nueva relación con el animal, buscando un vínculo diferente que no sea un paseo con un niño a cuestas».
Sin embargo, hay una excepción a la regla. En efecto, los ponis seguirán eludiendo la prohibición en el Jardín del Luxemburgo, que es propiedad del Senado y no está sometido a la autoridad del Ayuntamiento de París. Por este motivo, la entidad Paris Animaux Zoopolis (PAZ) pide «una prohibición general que se aplique al Senado, para que no se realicen más paseos en el Jardín de Luxemburgo, justo donde un poni se desplomó al suelo inmediatamente después de un paseo en mayo».
En otros países
En España, el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, asegura estar trabajando en este tema, explica que lo han intentado incluir en la elaboración de un anteproyecto de ley de bienestar animal. Pero hay dos inconvenientes: el Ministerio de Agricultura considera a estos animales de producción y por lo tanto son de su competencia, y que los carruajes o calesas eléctricas no cuentan aún con una homologación de circulación.
En Italia, por ejemplo, se aprobó poner fin a este negocio y las licencias actuales se convertirán en licencias de vehículos eléctricos y de taxis. Una votación que se llevó a cabo en la Cámara de Diputados pese al voto en contra de los partidos de extrema derecha.
En Nueva York los carruajes de caballos en Central Park, vistos tantas veces en las películas, también podrían ver reducido su número a partir del año que viene e incluso ser reemplazados por alternativas eléctricas de baja velocidad tras un proyecto de ley propuesto por los legisladores del Consejo Municipal en Nueva York.
Fuente: DW.