Cuando somos pequeños, soñamos con ser “grandes”, jugamos a imitar a los adultos que nos rodean, a ejercer profesiones, a tener hijos, etc, etc.
Pero a medida que crecemos nos damos cuenta de que no todo es tan idílico, que a veces nos toca atravesar procesos que son dolorosos, y que ser “grande” implica muchas responsabilidades.
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Se habla mucho de cómo el cuerpo va cambiando en la vida de adulto; la calvicie, la flacidez, las arrugas, etc, como si eso fuera todo. Pero no es así. Hay cosas que sólo disfrutamos al crecer y aquí va una lista para que las recuerdes y dejes de pensar un poco que todo pasado fue mejor.
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4. El tiempo a solas
Si cuando eras más joven creías que tenías que estar siempre con tus amigos/as, a medida que creces también empiezas a valorar el tiempo a solas; más aún cuando ya estás en familia y es más difícil encontrar un momento para ti. Ya sea leyendo, escuchando música, mirando una película, o saliendo a correr... Tú sabes que ese momento es vital para ti.
5. Los vínculos reales
Cuánto más grande te pones, aprendes a valorar los vínculos reales. Si alguien te hace daño, simplemente te alejas, y ya. Sabes cuál es tu lugar y lo haces valer. Ya no dudas tanto.
Además, a medida que creces la relación con tu familia de base también suele cambiar. Dejas de ver a tus padres como ogros que quieren reprimirte y posiblemente empieces a pensar en disfrutar tiempo con ellos.