Para quien no está en pareja, las citas suelen ser momentos de (más o menos) expectativa; pero hay muchas maneras de entenderlas. Hay quienes las toman como un juego; quienes lo hacen para no aburrirse; quienes las esperan con mucha ilusión; quienes se ponen muy nerviosos; quienes cancelan a último momento; etc, etc.
Las apps de citas facilitaron algo que, antes, dependía mucho de la propia determinación. Estar detrás de alguna pantalla hoy no nos hace pasar tanta vergüenza. Podemos ver los perfiles del otro, conversar, incluso escuchar su voz, mirar sus fotos, etc, etc. Sin embargo, claro, la persona con la que nos encontramos es la unión de todos los fragmentos que vemos por separado. Y esa combinación puede congeniar o no con nuestra forma de ser. Eso, ya no tiene que ver con "compatibilidades" lógicas, de gustos o preferencias, sino de química, de ese ingrediente mágico que hace que las cosas fluyan con naturalidad o no.
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Hay personas que, estando solas, tienen muchas citas; y otras que les cuesta mucho animarse a tener una. Hay veces que podemos salir casi por inercia, porque estamos aburridos, o simplemente porque hace mucho que no salimos con alguien y "se espera" (mejor dicho, los demás a nuestro alrededor esperan) que salgamos.
Pero ésas son cosas que no hablan tanto de lo que tú realmente quieres. Por eso, si estás pensando en tener una cita pero algo tuyo no te hace sentir entusiasmo pregúntate estas 3 cosas y luego decide.
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1. ¿Quiero ir?
Parece una pregunta muy básica, pero muchas veces (la mayoría) hacemos las cosas en piloto automático, sin preguntarnos si realmente queremos hacerlo. ¿De verdad quieres verte o conocer a esa persona? ¿Tienes ganas de ir?
Si a veces te sientes aburrido/a, solo/a o crees que "debes" salir por alguna razón con alguien (quieres olvidarte de otra persona, sentirte seductor/a, hace mucho que no tienes una cita, etc, etc), tal vez deberías buscar otras forma de divertirte y sentirte acompañado o atractivo/a. Es común depositar en otro/a algo que nos falta, pero cuando es así las posibilidades de que no cumpla nuestras expectativas son aún más grandes.
2. ¿Estoy dispuesto/a a ser auténtico/a?
Uno de los factores que hacen que nos pongamos nerviosos es la inquietud de lo que el otro pensará de nosotros. Sentimos que tenemos que vernos divertidos, inteligentes, seductores, ocurrentes, o cualquier otra cosa. ¡Pero esas son nuestras propias exigencias! Por eso, primero proponte ser auténticamente quien eres; mantén tu propia sinceridad y atraerás lo mismo.
3. ¿Estoy dispuesto/a a dejar de lado mis expectativas?
Las decepciones son a veces una carta recurrente en las citas. Pero poco se habla de su reverso: la ilusión. ¿No estamos pretendiendo demasiado de una cita? Quizás buscamos congeniar físicamente muy rápido, o tal vez pretendemos conectar emocionalmente con el otro. No todo es tan veloz ni pretendas que funcione todo a la perfección. Quítale un poco de expectativas y verás cómo baja tu ansiedad. Lo que suceda tendrá la magia del presente, ésa que no puedes controlar y tiene la posibilidad de romper con todo lo que pensabas. ¡Déjate sorprender!