En Argentina, la Universidad de Buenos Aires lidera un interesante proyecto: rescatar el sabor original del tomate criollo. Para eso, un grupo de científicos se ha dado a la tarea de recuperar las especies que tienen un gusto más intenso, que son las que se consumían a principios del siglo XX. Ya se acercan a su primera cosecha.
El tomate es una parte importante de la dieta en ese país, por el alto nivel de consumo. Sin embargo, las variedades que se encuentran en el mercado tienen una característica común: la falta de sabor.
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Según el investigador Dr. Fernando Carrari, en Argentina se consume entre 35 y 40 kilos de tomates por habitante por año.
La producción se encuentra distribuida por todo el país salvo en la Patagonia, y las condiciones del suelo permiten una oferta de tomate fresco durante todo el año.
Los investigadores intentan recuperar el germoplasma de las antiguas variedades del tomate, las que se consumían habitualmente en el país sureño durante las primeras décadas del siglo XX.
El programa
El programa de Rescate y Mejoramiento Participativo del Tomate Criollo en la Facultad de Agronomía de la UBA es liderado por la Cátedra de Genética. Cuenta con la colaboración de la Cátedra de Horticultura y la Feria del Productor al Consumidor de FAUBA.
El Dr. Carrari junto a su equipo trabajan desde el año 2005 para recuperar el mapa genético del tomate criollo, conocido científicamente como Solanum lycopersicum.
Para obtener estas semillas, acudieron semillas en bancos de germoplasma de la ex Alemania Oriental y de EE.UU. Recibieron muestras de 120 variedades.
Las investigaciones también han arrojado que las especies antiguas de tomate tienen una mayor concentración de vitamina E y de provitamina A.
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