En la década del 80, en las inmediaciones de Río de Janeiro, la familia Almeida realizaba remodelaciones en la casa. Entraban y salían personas todo el tiempo, y las puertas del jardín solían quedar abiertas.
Entre tanto alboroto, un día descubrieron que su mascota, la tortuga Manuela, no estaba por ningún lado. La buscaron por todas partes, pero no apareció. Finalmente, se dieron por vencidos: era evidente que se había escapado en una de las veces que las rejas habían quedado abiertas.
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El tiempo pasó y la familia siguió con su vida. Pero 30 años después Manuela les dio una verdadera sorpresa.
Tras la muerte del padre de la familia, Leonel Almeida, tocó hacer una limpieza profunda. El hombre solía guardar en un cobertizo aparatos electrónicos y otros objetos en desuso. En medio de todo el desorden, adentro de una caja de madera estaba la tortuga. ¡Y estaba viva!
“En ese momento me quedé pálido y no lo creí”, relató a los medios locales el hijo de Leonel, completamente anonadado con el descubrimiento. Después de todo, se había reencontrado con la mascota de su infancia 30 años después.
Cómo sobrevivió
Lo más probable es que la tortuga se haya refugiado allí por haber estado asustada, y luego ya no pudo salir. El gran misterio es cómo pudo sobrevivir 30 años en esas condiciones.
Vale aclarar que las tortugas tienen fama de ser animales muy resistentes a condiciones adversas, pero 30 años sin alimentarse es demasiado hasta para ellas. Los veterinarios piensan que habrá comido termitas, polillas y otros insectos durante ese tiempo.
De todos modos, las tortugas cuentan con reservas de grasa para cuando escasea la comida y son animales muy resistentes.
¡Sorprendente! ¿No crees?
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