Las relaciones monogámicas han sido la norma durante siglos: chico y chica se aman de manera exclusiva para toda la vida. Los cuentos de hadas terminan con un “vivieron felices para siempre”, y todo el mundo desea ese final feliz.
Sin embargo, cada vez son más las personas que deciden relacionarse de otras maneras. Se ha hablado mucho de poliamor, pero tampoco son las únicas relaciones no monogámicas que existen.
La anarquía relacional se diferencia del poliamor y es una nueva manera de vincularse que ha venido a cambiar por completo el significado de estar en pareja.
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Sin títulos ni jerarquías
La anarquía relacional es la práctica de formar relaciones que no estén sometidas a un conjunto preexistente de categorías. Si bien muchas veces se la iguala al poliamor, es diferente a él en su concepción.
Dicho de manera simple: para los anarquistas relacionales, no existen títulos ni jerarquías en las relaciones. Cada persona se vincula con otras tal como lo siente.
La anarquía relacional intenta no distinguir amistades de romances. Simplemente, cada relación es entendida como una entidad propia, que puede desarrollarse de cualquier manera. Puede ser más íntima o más informal, puede haber o no contactos físicos y relaciones sexuales.
Trasladar el concepto de amistad a todas las relaciones
Para entender la anarquía relacional de forma sencilla, pensemos en nuestros amigos. Seguramente con algunos compartimos una historia común, con otros nos divertimos, hay amigos con los que nos encanta hablar de la vida y otros que son compañeros de juerga.
Cada una de nuestras amistades es única, y cumple una función especial e irrepetible en nuestra vida. Sin embargo, hay amigos que viven lejos y vemos pocos, hay otros con los que compartimos más tiempo, incluso hay amigos que no vemos por años pero siguen siendo especiales para nosotros.
Todo eso no resulta extraño, y no tienes que hacer grandes malabares para tener muchos amigos. Simplemente los tienes, les dedicas tiempo y ya está.
La anarquía relacional lo que propone es trasladar esta característica a todas nuestras relaciones, sin importar que incluyan romance, intimidad o sexo.
Relaciones significativas
Lo más importante para quienes practican la anarquía relacional es que las relaciones sean verdaderamente significativas. Eso puede sonar duro, pero en realidad, es lo que garantiza el éxito de esta forma de relacionarse: si una relación es genuina y significativa, durará.
No hay reglas que impongan el comienzo y el fin de una relación, ni la duración de la misma. Del mismo modo, el final de una relación no tiene por qué ser traumático: simplemente, se acaba cuando se acaba.
Para los anarquistas relacionales, si sostener una relación significa un esfuerzo y una angustia permanentes, esa relación se terminará naturalmente.
Olle Ekman, quien lleva este estilo de vida, lo explica de forma sencilla: “lo que suele pasar es que cuanto más nos concentramos en nuestras necesidades en cada situación y reevaluamos constantemente qué queremos del otro y qué tenemos para dar, las rupturas dejan de ser episodios dramáticos, como tienden a ser en relaciones de pareja, y empiezan a verse como cambios más que como finales”.
También asegura, en su artículo “el anarquismo relacional no es poliamor”, publicado en Amor Libre: “de la manera en que estoy viviendo mi vida ahora, las relaciones son una gran prioridad para mí. Paso la mayor parte de mi tiempo libre viéndome con otras personas y es así como me gusta. Tengo algunas pocas relaciones cercanas de distintas naturalezas, y otro grupo de personas en mi vida que no son tan cercanos.
Mis relaciones están cambiando constantemente, y trato de mantenerme positiva y abierta a esos cambios. Permitir que las cosas fluyan y muten es una estrategia para cubrir mis necesidades y las de mis amigxs que me ha funcionado muy bien”.
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Fuentes: