La sustentabilidad y las causas sociales, muchas veces, van de la mano: quienes luchan por un mundo más sustentable buscan en realidad un mejor planeta para que habitemos los humanos, y eso no puede ocurrir en tanto haya personas que no puedan cumplir con sus necesidades básicas, como comer, tener abrigo y un techo donde vivir, o estudiar.
En muchas partes de África, esas necesidades no están satisfechas para gran parte de las personas, por eso, pareciera que quedan muchas cuestiones que solucionar antes de poder pensar en que se convierta en un continente más sustentable.
Sin embargo, casos como el de Bernice Dapaah demuestran que pensar en un mundo más justo y más sustentable al mismo tiempo es posible, y que quienes menos tienen son muchas veces los que más trabajan para lograrlo.
Poco después de terminar la universidad, esta joven decidió montar un negocio, pero no simplemente para ganar dinero, sino con el objetivo de construir una verdadera compañía sustentable y basada en la economía social.
Su empresa, Ghana Bamboo Bikes, fabrica bicicletas de bambú, con un modelo basado en el desarrollo de los recursos locales, y además lo hace con el fin de donar parte de la producción a niños estudiantes de África que no tienen otro transporte para ir a la escuela, para que no deban abandonar los estudios.
Además, esta empresa social ejemplar busca dar empleo fabricando los vehículos a jóvenes con poca formación, que son los más vulnerables en el mercado laboral, y sobre todo a mujeres, para poder darles formación y un salario digno.
En cuanto a la sustentabilidad, por cada pieza de bambú utilizada en la fabricación, se plantan otras diez, y además esta planta crece muy rápido. Eso la hace adecuada para una construcción sustentable. Todos los materiales utilizados para ensamblar la bicicleta son fáciles de reemplazar y de reparar, económicamente accesibles y 100% reciclables.
Luego de 6 años de trabajo, esta empresa realmente se ha convertido en un ejemplo de empresa social, y tanto los jóvenes que han recibido las bicicletas, como los que trabajan en su fabricación, han visto incrementada su calidad de vida gracias al proyecto
Bernice remarca en una entrevista que al principio fue muy difícil conseguir un modelo ideal, pero que el esfuerzo valió la pena. Hoy su historia es un gran ejemplo para jóvenes de África y de todo el planeta que sueñan con hacer su aporte para construir un mundo mejor.