Autopista exclusiva para bicicletas es un concepto que a cualquier amante de las dos ruedas le suena genial. Con rutas anchas y exclusivas, que podrían instalarse además en lugares en los que una autopista para todo tipo de vehículo no cabe, podría accederse de forma mucho más rápida tanto a sitios remotos, como a las grandes urbes de las ciudades.
En países como Alemania, se está trabajando para construirlas. Pero también hay proyectos que funcionan como antecedente y son arquitectónicamente tan impactantes que parecen de película.
Holanda, que es famosa por ser una ciudad amigable para los ciclistas y por iniciativas como esta segunda oportunidad para personas y bicicletas, es un ejemplo de grandes inversiones en arquitectura y diseño urbano destinadas a la movilidad sustentable.
El de las imágenes es el Hovenring bridge, en Holanda. Se trata de un enorme puente de acero en forma de platillo volador sobre la intersección Heerbaan/Meerenakkerweg, que funciona como entrada a las ciudades de Eindhoven y Veldhoven.
Holanda es una ciudad con calles y avenidas muy amigables para las bicicletas, pero aún así en algunos casos, como en las avenidas de gran tamaño como estas, es necesaria una infraestructura extra de pasos a nivel para ellas.
Por ese motivo, diseñadores y planificadores crearon esta maravillosa rotonda elevada sobre la carretera, especial para ciclistas.
Más allá de lo imponente de su diseño, y de la comodidad que significa este puente para los ciclistas holandeses, es una invitación a reflexionar sobre los beneficios que pueden traer, a largo plazo, las grandes inversiones que tienen que ver con la sustentabilidad.
Este puente, por ejemplo, costó aproximadamente 30 millones de dólares, y se construyó en 2008, un año no demasiado próspero para Holanda. Algunos vecinos o comerciantes de la zona se quejaron: una inversión tan alta en un camino para bicicletas les parecía fuera de lugar.
Sin embargo, ahora que lleva años funcionando, los habitantes de Eindhoven no solo están orgullosos, sino que reconocen que la ciudad y sus vidas han cambiado por completo.
Además del incremento en la calidad de vida de los ciudadanos por el simple hecho de poder llegar más lejos sin un automóvil, la inversión tiene otra gran ventaja a largo plazo: la reducción de la contaminación.
El costo de un puente no se compara, por costoso que sea, al precio que cada uno de los habitantes no solo de una ciudad, sino del mundo, paga por cada automóvil que circula lanzando al aire gases de efecto invernadero, quemando combustibles fósiles y causando estrés por el tránsito que no logra circular.
Estos puentes son una invitación a maravillarnos, y también, a pensar en las ventajas a largo plazo en invertir en un mundo más sustentable, es decir, un mundo mejor para todos los seres humanos.