Por Rosario Mérida Serrano, Universidad de Córdoba; Adrián García Peno, Universidad de Córdoba; Elena González Alfaya, Universidad de Córdoba; Julia Rodríguez-Carrillo, Universidad de Córdoba; María de los Ángeles Olivares García, Universidad de Córdoba y Miguel Muñoz Moya, Universidad de Córdoba
La emergencia sanitaria declarada por la expansión del COVID-19 ha cambiado nuestra forma de vida y nuestra rutina diaria de la noche a la mañana. Lo más llamativo es que, debido al estado de alarma, tenemos que quedarnos en casa el mayor tiempo posible.
La actividad educativa en las escuelas se ha paralizado. Ahora niños y niñas pasan en casa todo el día, a pesar de que muchas familias tienen que seguir saliendo de casa para trabajar, o bien intentan compaginar el cuidado del hogar con el teletrabajo. Ante esta situación anómala y difícil, lo mejor es quedarnos con la parte positiva: disponemos de un tiempo muy valioso para estar con nuestros hijos e hijas.
A lo largo del día, y en colaboración con los maestros y maestras de nuestros hijos e hijas, podemos brindarles incontables oportunidades de aprendizaje, tanto formales como informales. A continuación, proponemos algunos consejos para organizar la rutina en casa y sacarle partido educativo a la situación en la que nos encontramos a través del aprendizaje, el ocio y la actividad física:
1. Limitar el tiempo que los niños y las niñas pasan frente a las pantallas (televisión, tabletas, portátiles, móviles). A pesar de que es un recurso que gusta mucho a los niños y las niñas, debemos ser conscientes de que existen muchas otras actividades que se pueden realizar a lo largo del día. Sugerimos pactar un límite de tiempo de uso, similar al que pueden tener en el fin de semana.
2. Investigar y utilizar aplicaciones móviles y sitios web que tengan valor educativo. Algunos ejemplos son: Google Earth, Google Sky, visitas virtuales a museos, etc. Existen también sitios web que recopilan cuentos y juegos interactivos, muchos de ellos en sitios oficiales (Ministerio de Educación y Formación Profesional, Junta de Andalucía y otras agencias públicas que ofrecen numerosos recursos educativos).
3. Ponernos en contacto, aprovechando los medios tecnológicos, con familiares, con amigos y amigas del colegio. Y, si fuese posible, también con el maestro/a - tutor/a. En situaciones de aislamiento, resulta especialmente importante buscar ocasiones para cuidar los vínculos afectivos y socializar.
4. Compartir tiempo en familia. Se pueden recordar momentos vividos con la visualización de fotos y vídeos familiares, así como la creación de álbumes digitales. También es interesante conocer y compartir objetos del pasado de carácter general (antigüedades, objetos, monedas, sellos, etc.). Asimismo, se pueden hacer actividades vinculadas al medio natural desde casa, como observar aves y pájaros desde la ventana o la terraza si existe la posibilidad.
5. Participar en los quehaceres del hogar, responsabilizándose sobre todo de “sus cosas” (su habitación, sus juguetes, su ropa, etc.). Es especialmente motivante para los niños y las niñas colaborar en la cocina, investigando nuevas recetas o limpiando los utensilios empleados.
6. Tiempo de juego. Incluyendo juegos de mesa, juegos tradicionales (chapas, veo veo, palabras encadenadas, teléfono roto, etc.), juegos de construcción, juegos de pistas escondidas por casa, puzles, jugar al escondite, etc. También es un momento idóneo para sacar esos juguetes regalados a los que se le ha dedicado aún poco tiempo.
7. Sesión deportiva en familia. Es muy importante para los niños y las niñas dedicar un tiempo al día a hacer ejercicio, sobre todo en una situación que invita al sedentarismo. Existen multitud de vídeos y propuestas divertidas para moverse en casa, sin necesidad de grandes espacios.
8. Hacer manualidades, y otro tipo de actividades que fomenten el aprendizaje a través de la acción: papiroflexia, dibujos con distintas técnicas, modelado con plastilina o arcilla, confeccionar pulseras con abalorios, etc.
9. Leer libros. Es una oportunidad perfecta para dedicarnos a la lectura de libros y cuentos infantiles que llevan demasiado tiempo en la estantería sin que nadie los mire. Si es posible, recomendamos leer en familia, unos a otros, incluso teatralizar el contenido del cuento, o representarlo mediante mímica. También podemos convocar asambleas para reflexionar sobre el contenido del cuento o responder a preguntas que nos surjan después de su lectura.
10. Escribir un diario. Para continuar con el trabajo de las habilidades lectoescritoras, podemos dedicar un momento antes de ir a la cama a recapitular y ser conscientes de todo lo realizado durante el día, poniendo especial énfasis en lo positivo, y en lo que hace que ese día haya sido diferente del anterior.
11. Colaborar con iniciativas sociales. A través de los medios de comunicación y redes sociales se proponen variadas iniciativas para contribuir a hacer más llevadero este tiempo de confinamiento en casa: cartas a enfermos o ancianos, dibujos de ánimo, aplausos al personal sanitario, etc. Es bueno que los niños y las niñas desarrollen la conciencia colectiva y el sentido de pertenencia a su comunidad.
Por último, queremos recalcar una idea que quizás se pasa por alto en estos días: el aburrimiento es positivo. Disponer de tiempo libre, sin dedicarlo a ninguna actividad planificada, contribuye al desarrollo de la creatividad y la imaginación de los niños y las niñas.
En definitiva, este tsunami social que estamos viviendo impacta en la infancia. Desde nuestro hacer como adultos podemos reflejar, a modo de espejo, un modelo óptimo para la gestión emocional de la incertidumbre y el miedo, de forma que salgan fortalecidos y les sirva para crecer como seres autónomos cada vez más resilientes.
Rosario Mérida Serrano, Catedrática de Didáctica y Organización Escolar, Universidad de Córdoba; Adrián García Peno, Grupo de investigación Infancia, Ciudadanía y Democracia, Universidad de Córdoba; Elena González Alfaya, Profesora del Área de Didáctica y Organización Escolar, Universidad de Córdoba; Julia Rodríguez-Carrillo, Contratada predoctoral FPU en el Departamento de Educación de la Universidad de Córdoba, Universidad de Córdoba; María de los Ángeles Olivares García, Profesora del Área de Didáctica y Organización Escolar, Universidad de Córdoba y Miguel Muñoz Moya, Doctorando del proyecto Área de Didáctica y Organización Escolar, Departamento de Educación, Universidad de Córdoba
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.