Hoy existe una tendencia de pasar por los demás antes de que pasen encima de ti. Es una cultura tóxica en la que a veces nos convertimos en personas incapaces de ver por el bien de los demás, todo se convierte en una competencia y cada día terminamos siendo más egoístas.
Por esto hay personas que deciden ir en contra, poner una buena cara y deciden ayuda. Sin embargo, hay una diferencia entre cambiar las cosas y ser una persona complaciente que deja que los demás la dañen sin más.
La gente complaciente no mide las consecuencias de querer agradar a todo el mundo. Se convierte en el tapete de los demás porque tiene miedo de defraudar y eventualmente lo que era una forma de presentar actitud positiva termina siendo contraproducente. ¿Cuáles son las características de esta conducta que puede terminar por hacerte daño?
No sabes decir que no
Crees que decir que sí siempre es signo de que tienes la determinación de llegar más lejos que los demás, que así la gente verá que en los momentos difíciles, contigo es con quien se resuelven los problemas. Pero si nunca dices que no, la gente sólo verá a alguien a quien delegarle las cosas que no quieran hacer y que no hará otra cosa mas que aceptar.
Te quieres probar todo el tiempo
Dejas de lado tu vida privada por darle preferencia al trabajo, por demostrar que lo que haces lo haces perfectamente. Otra cosa es que tal vez tu vida personal sí está atendida, pero no para servir a ti sino a tus familiares y amigos. Te conviertes en confidente, solucionas problemas y medias las disputas familiares, pero, ¿qué pasa con todo lo que tú tienes guardado?
Todos piden tu ayuda
Hay una diferencia entre alguien a quien le piden ayuda porque es bueno en algo y alguien a quien se la piden porque saben que no dirá que no. Tal vez esto se quedó cuando estabas comenzando un trabajo o aprendiendo acerca de tu oficio y tenías ganas de aprender acerca de todo, pero ya que tienes un historial con cierta especialidad es hora de darle prioridad a lo que tú sabes hacer y no desvivirte por los demás.
Te disculpas de sobremanera
Si por algún motivo no cumples con las expectativas de los demás –que muchas veces no existen, pero tú crees que los demás esperan algo de ti– te disculpas hasta el hartazgo. Esto es un signo de complacencia que debes eliminar inmediatamente.
Deja que la culpa se vaya. A veces incluso lo que tratas de decir no es perdón, sino gracias. Da las gracias porque te invitaran a un lugar y no puedas o porque te hayan considerado para una tarea para la que no tienes tiempo.
Eres una persona indecisa
Tal vez por lo que dejas que los demás dispongan de ti o por lo que siempre haces lo que los demás quieren es porque realmente no sabes qué quieres hacer tú. Toma clases de yoga, comienza a meditar, aléjate del ajetreo diario y comienza a conocerte a ti. Te sorprendería la cantidad de gente que lleva décadas en este planeta y nunca se ha dado un buen vistazo en el espejo para conocer a esa persona que hay dentro.
La indecisión y la complacencia no son debilidades mortales, pero sí te ponen en una situación vulnerable en un mundo en el que todos están apresurados por destruir a quien tienen a su lado. Nunca dejes de preocuparte ni de ayudar, pero aprende a darte tu lugar