Hace algunas décadas, nadie hubiera imaginado que, en 2017, algunos de los mayoresproblemas a nivel mundial serían cosas que unos años antes parecían estar desapareciendo poco apoco, entre ellas el machismo y el racismo, y que han experimentado una suerte de nuevo despertar.
Por eso la luchafeminista continúa y con ella los detractores crecen, por lo que siempre esimportante demostrar que no se trata de un movimiento sin bases ni fundamentos,sino una necesidad de traer la tan afamada equidad que se promete desde hacesiglos. Todos los hombres nacemos iguales. Sí, pero a veces parece que eso aplica parael hombre blanco y heterosexual mientras que las mujeres y el resto delos hombres no gozan del privilegio total de un “ser humano”.
Desde que el movimiento feminista comenzó, las llamadas “olas” han cambiado la definición, se han creado ramas destinadas a un propósito específico y así es como algunas han caído en críticas y negativas. Entre ellos se encuentra el “ecofeminismo”, que comenzó con una idea un tanto radical, pero que hoy podría ser una de las corrientes más importantes y necesarias que todos debemos conocer.
Parte de la segunda ola, el término fue creado por la francesa Françoise d’Eaubonne en 1974. Comenzó predicando que la mujer está más cerca de la naturaleza que el hombre, por lo que mientras ellas contienen: “un erotismo no agresivo e igualitario y por aptitudes maternales que las predispondrían al pacifismo y a la preservación de la Naturaleza. En cambio, los varones se verían naturalmente abocados a empresas competitivas y destructivas”.
Por esta razón, el primer movimiento ecofeminista fue duramente criticado. Pero con el tiempo distintas ramas han surgido y lo han mantenido relevante. Y es que el papel de la mujer y el de los recursos naturales han sido ampliamente olvidados en las estructuras de poder y el ecofeminismo, en palabras de Mary Mellor: “…ve una conexión entre la explotación y la degradación del mundo natural y la subordinación y la opresión de las mujeres (…)Del movimiento verde toma su preocupación por el impacto de las actividades humanas en el mundo inanimado y del feminismo toma la visión de género de la humanidad, en el sentido que subordina, explota y oprime a las mujeres".
Entender el movimiento es comprender que con el paso de los años las teorías han cambiado. Desde la emancipación del patriarcado, hasta la deconstrucción del término, estas son algunas definiciones de grandes intelectuales que buscan darle un sentido real a una lucha que comenzó en Europa, pero que en América Latina tiene suma importancia en pueblos indígenas y movimientos sociales.
Vandana Shiva
En la India Shiva siguió el ejemplo de No violencia de Ghandi y demostró las luchas que los medio de comunicación silencian, como el de las mujeres rurales Chipko que se enfrentaron a las industrias y a sus propios maridos al amarrarse a árboles para evitar su tala. Incluso ganó el premio Nobel alternativo y el premio Vida Sana en 1993. Entre sus logros más reconocidos es el de ponerse al frente de las protestas en contra de la globalización del comercio en Seattle en 1999.
Bina Arawi
Con una postura constructivista, Arawi quiere que la gente deje de mitificar a la mujer y la naturaleza. Para ella, la idea de que la mujer tiene una raíz más natural que el hombre la relega al trabajo manual y campesino, por lo que en lugar de tener lugar en las estructuras de poder, queda como un elemento pasivo.
Val Plumwood
También constructivista, aunque acercándose más al deconstructivismo famoso en los sesenta, la australiana cree que se debe superar la serie de dualismos “Naturaleza/Cultura, Mujer/Hombre, Cuerpo/Mente” para poder llegar a una teoría ecofeminista toral. Ella busca en la filosofía y la historia la forma en la que el hombre sometió a la mujer como madre naturaleza y se apropió de la cultura.
A pesar de que mucha gente veía el ecofeminismo como una utopía imposible o una radicalización de algo que ya consideraban radical en primer lugar, ahora es evidente que es justamente esta rama del feminismo una de las más importantes. Pues aunque muchos ven su privilegio afectado, derrumbar mitos y proteger la naturaleza (hay ecofeministas que creen que incluso ya es muy tarde para revertir el daño que hemos provocado en la Tierra) son cuestiones no solo que buscan dignidad, sino la supervivencia de la especie.