Nuestra moral noshace tener una balanza para todo. Hoy nuestras acciones difícilmente pasaninadvertidas, siempre son pesadas en esa balanza que nos dice si algo es buenoo malo. Creemos que es tan simple como ver hacia dónde se inclina para entendernuestro nivel de bondad o maldad, sin embargo, parece más complicado que ello.
Por siglos losfilósofos han buscado una respuesta a qué somos y entre las preguntas surge lade si somos buenos o malos por naturaleza. Es ahí cuando el hombre seautoexamina viendo su papel como individuo, como parte de una familia, un clany una sociedad.
La respuesta esmucho más complicada de lo que parece, pues a pesar de que los extremos parecenser completamente opuestos, nuestra ética no siempre está entre el blanco y elnegro.
El hombre es malo por naturaleza
Thomas Hobbes vivió en el siglo XVII bajo una sociedad monárquica. Bajo ese contexto escribió lo siguiente: Homo homini lupus, que se traduce como “el hombre es el lobo del hombre” y que fácilmente podría ser aceptado por cualquier persona. Como si se tratara de ponernos frente a un espejo y ver las peores cualidades de nosotros, Hobbes resalta que el mayor enemigo de la humanidad es la humanidad y es que en cualquier situación somos más propensos a buscar nuestro beneficio que a ayudar a los demás.
Hobbes dijo que el hombre es malo por naturaleza, que por eso necesita a la sociedad para poder ser funcional y dejar atrás su lado salvaje. Esto suena bastante bien, pensando en todo lo que como humanidad hemos hecho. Las guerras, el cambio climático, la hambruna, la destrucción de ecosistemas enteros y más no es culpa de ningún otro se más que el nuestro. Incluso Kant dijo que la razón práctica obliga al hombre a renunciar al estado de guerra y buscar paz y prosperidad; pero parece que mientras una guerra se acaba, la razón es la que dicta la siguiente.
El hombre es bueno por naturaleza
Años después de que Hobbes dijera que el hombre es malo y que necesita del Estado o la corona para ser bueno y feliz, Jean-Jacques Rousseau dijo lo contrario. Él argumentó que el hombre es bueno por naturaleza, pero que es la sociedad la que lo corrompe.
Mientras el primero buscaba demostrar que el Estado era el benefactor de nuestra felicidad, el segundo argumentaba que esa sociedad deficiente y problemática es era la que saca lo peor de nosotros.
Sin embargo, hay algo que se puede sacar de la contradicción de los dos pensamientos y es que mientras uno dice que la sociedad es lo que te hace bueno y la otra dice que te corrompe, debemos pensar en qué sociedad están pensando. Rousseau afirmaba que se trataba de sociedades en las que se les enseña a obtener lo más que puedan, pero no se les da un propósito para esas riquezas. La libertad de tener es lo que transforma su vida y sin duda su espíritu.
Karl Marx dijo que la forma de pensar del hombre estaba determinada por factores externos, los de la sociedad que determina la conciencia de la gente: “la esencia humana es, en su realidad, el conjunto de relaciones sociales”.
No se trata de nuestro nacimiento, de nuestra capacidad para integrarnos en sociedad o de rechazarla por ser todo contra lo que siempre luchamos, sino del tipo de sociedad en la que vivimos. Un mundo capitalista no se puede disfrazar de bondadoso por más que lo desee, pues perpetua la diferencia entre la gente y consolida la idea de que se necesitan pobres para que puedan existir ricos y viceversa.
La humanidad nuca podrá alcanzar ese estado de bondad si no se preocupa por sus iguales en todo momento.