La literatura siempre hatenido una voz masculina: a pesar de tener referentes femeninos a lo largo dela historia, las mujeres siempre han sido silenciadas, hasta el punto de que muchas han firmado con nombres masculinos sus obras.
No estamos hablando de algo que ocurrió cientos de años atrás: la famosa J. K. Rowling confesó que utilizó esas iniciales en lugar de su nombre completo para publicar Harry Potter porque los agentes le recomendaron que vendería más si no se notaba que era una mujer. Eso ocurrió en 1997.
Pero en el siglo XXI hay mujeres que publican, desde muy jóvenes, las mejores piezas de literatura contemporánea, y que en muchos casos son las que más cuestionan los órdenes establecidos.Aquí te mostramos sólo una parte del espectro que todos deberían conocer.
Sara Uribe (1978) - Colombia
“No me quejo. Miento. Sí me quejo, pero no debería quejarme. Estoy viviendo una vida privilegiada. Estoy viviendo, vamos, y decir eso en este país, en este mundo, ya es un privilegio. Ahora lo es más la abrigadora manera en que Poll lo arregló todo para que yo llegar a vivir a nuestro hogar. Vivo en un hogar entrañable y amoroso. Con mi novia, mi gato y un robot que barre, además, en una colonia hermosa. Qué cosa es eso sino privilegio”.
Rosario Loperena (1985) - México
¿Gusta un vaso con agua?
“Un hombre tocó a mi puerta.
Vino a vender aspiradoras. Yo no tenía dinero ni ganas.
Quise mostrarle mi poesía.
Él rió nerviosamente.
Tuvo la intención de irse.
Abrió su portafolio y me enseñó mangueras, bolsas y tubos.
Abrí mi libreta y comencé.
El hombre debió haber pensado que yo era una especie de loco.
Él quería convencerme de algo (yo quería convencerme de algo).
La poderosa succión de la manguera, el motor más silencioso.
Cuando volteé a ver su rostro después de haber escuchado varias líneas y beber un vaso de agua de mil sorbos, supe que algo sucedía.
Me mostró la modalidad turbo, el modo contra lo húmedo, el truco para llegar a lugares difíciles.
Sonreí, pasé al segundo párrafo, hice esa ondulación de la voz al llegar a media página, luego susurré antes de las comas.
Me habló de lo económico, de su desprecio a las escobas, de los beneficios de no curvar la espalda.
Yo leí el final de aquel poema conmovido.
Él se paró y dijo: una persona como usted no necesita aspirar.
Al cerrar la puerta me percaté de que mi alfombra estaba muy sucia, y él no había dejado su número”.
Veronica Gerber (1981) - México
"Ojalá eso fuera posible: desordenar el tiempo. Me gustaría inventar una ciencia que investigue la forma en que una tabla de triplay desordena el tiempo. Sería útil mover de lugar el momento en que suceden algunas cosas, poner los finales al principio, por ejemplo (o en cualquier otro lugar). O el pasado en un futuro lo suficientemente lejano para que nunca lleguemos al momento de enfrentarlo. En este tipo de disertaciones se me iba la mañana".
Jenny Zhang (1983) - China / Estados Unidos
“Estos niños tienen deseos de muerte. Siempre son los que nacen con el derecho a vivir los que quieren morirse. Esas personas que nunca han sido forzadas a sufrir y por eso lo buscan voluntariamente”.
Katja Perat (1988) - Eslovenia
Deconstrúyeme
“Yo
(con mi libertina actitud hacia la realidad)
Soy casi perfecta.
Sueños dorados vanguardistas,
Identidad desmantelada,
Victoria de una complicación inútil,
Una niña que se convierte en lavadora,
El cuerpo cortado
Esparcido por el desierto.
Esto es por cuanto luchamos,
Este es el reino
Que prevaleció sobre el fascismo,
Soy vuestra victoria,
Gracias.
No necesito atención,
No pido amor,
Somos justos y honestos con el universo,
No se me debe ningún favor.
Yo soy la perfección inventada,
Yo soy la infinidad de perfecciones inventadas
Que precisan infinito cuidado,
Yo soy, lo que soy
Yo soy, lo que sé
Yo soy, lo que he luchado
Yo soy, lo que quiero dejar atrás
Yo soy, lo que vislumbro
Yo soy, lo que se me ha asignado
Yo soy, lo que pasó desapercibido
Deconstrúyeme,
Es lo más íntimo que puedo pedir
Deconstrúyeme,
Sácame de la Literatura
Y prepárame para el amor”.
Zadie Smith (1975) - Reino Unido
"Ocurre una cosa muy curiosa en este mundo de ahora. En Los tocadores de las discotecas se oyen a chicas que dicen; >. Bueno, ¿qué es lo que ha pasado? ¿Qué tiene este poco adorable siglo para hacernos creer que, a pesar de todo, somos adorables como personas, como especie? ¿Qué nos hace pensar que, si alguien no puede querernos, es porque está discapacitado de cierta manera? Y, si nos sustituyen por un Dios, una virgen dolorosa o la cara de Cristo en una ciabatta, los llamamos locos. Ofuscados. Regresivos. Estamos tan convencidos de nuestra bondad y de la bondad de nuestro amor que no podemos soportar la idea de que pueda haber algo más digno de ser amado que nosotros, más digno de adoración. Las tarjetas de felicitación nos dicen rutinariamente que todos el mundo merece amor. No. Todo el mundo merece agua limpia. Pero no todo el mundo merece amor continuamente".
Chimamanda Ngozi Adichie - Nigeria
“Les enseñemos a las niñas a sentir vergüenza. ‘Cierra las piernas, cúbrete’. Les hacemos sentir como si por haber nacido mujeres ya fueran culpables de algo. Y así, las niñas crecen y se convierten en mujeres incapaces de decir que tienen deseo. Crecen para ser mujeres que se silencian a sí mismas. Crecen para ser mujeres que no pueden decir lo que realmente piensan. Y crecen –y esto es lo peor que le hacemos a las chicas– para ser mujeres que han convertido la capacidad de fingir en una forma de arte”.
Nanna Juul Lanng (1990) - Dinamarca
Uno
"Negro pulmón de la familia
Antes de apagarse
Así me retuerzo
Un suicidio a cámara lenta
Con una soga de azucenas"
Del ensayo a la novela y la poesía, las mujeres están en la vanguardia de las letras, pero que eso no nos engañe, hay mucho camino por recorrer, pues así como Sor Juana Inés de la Cruz lo intentó, debemos recuperar la memoria de las mujeres que tanto nos enseñaron en el pasado:
"Si revuelvo a los gentiles, lo primero que encuentro es con las Sibilas, elegidas de Dios para profetizar los principales misterios de nuestra Fe; y en tan doctos y elegantes versos que suspenden la admiración. Veo adorar por diosa de las ciencias a una mujer como Minerva, hija del primer Júpiter y maestra de toda la sabiduría de Atenas. Veo una Pola Argentaria, que ayudó a Lucano, su marido, a escribir la gran Batalla Farsálica. Veo a la hija del divino Tiresias, más docta que su padre. Veo a una Cenobia, reina de los Palmirenos, tan sabia como valerosa. A una Arete, hija de Aristipo, doctísima. A una Nicostrata, inventora de las letras latinas y eruditísima en las griegas. A una Aspasia Milesia que enseñó filosofía y retórica y fue maestra del filósofo Pericles. A una Hipasia que enseñó astrología y leyó mucho tiempo en Alejandría. [...] Y para no buscar ejemplos fuera de casa, veo una santísima madre mía, Paula, docta en las lenguas hebrea, griega y latina y aptísima para interpretar las Escrituras".