Un trasplante es un procedimiento quirúrgico muy riesgoso, que no siempre sale bien. La ciencia se ha dedicado durante años a perfeccionar la técnica para poder hacer trasplantes de órganos vitales, como el corazón, los riñones, etc. Así, hoy, el trasplante de órganos le da una nueva oportunidad de vivir a millones de personas que de otro modo no podrían hacerlo.
En este contexto, el trasplante de útero es una práctica que se encuentra todavía en fase experimental. Las mujeres pueden vivir sin dicho órgano una vida normal. Pero claro: no pueden ser madres.
Ahora que la ciencia ha avanzado lo suficiente, se están haciendo las primeras experiencias, y hace poco en Brasil ocurrió un hecho trascendental: nació el primer bebé de un útero donado por una mujer fallecida.
Hasta ahora, solo se habían logrado nacimientos exitosos cuando el útero había sido donado por mujeres vivas. Pero el caso brasilero renueva la esperanza de que cada vez más mujeres puedan ser madres biológicas gracias a un trasplante.
Primeras experiencias
La primera mujer en el mundo en dar a luz con un útero trasplantado lo hizo recién en octubre del 2014, en Suecia.
La mujer dio a luz a los 36 años, y tenía ovarios sanos; por lo tanto, se hizo una fertilización in vitro de uno de sus óvulos, que luego fue implantado en el útero trasplantado. El órgano fue donado por una amiga íntima de la familia, que ya había entrado en la menopausia hacía 7 años.
El caso de esta mujer sueca, cuya identidad se mantuvo en reserva, formó parte de un tratamiento experimental y fue el primero en resultar satisfactorio. En algunos casos anteriores, el útero debió removerse a los tres meses; y en otros, los embarazos no prosperaban y terminaban en abortos espontáneos.
Varios años después, en el 2017, nacía el primer niño fruto de un útero trasplantado en Estados Unidos, renovando una vez más las esperanzas.
El caso brasilero
Pero el último caso de nacimiento por útero trasplantado es todavía más alentador, pues vino de una persona fallecida que en vida decidió ser donante para ayudar a otras personas.
La mujer, de 32 años, sufría el síndrome de Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser. Este afecta a 1 de entre 4.500 mujeres e impide que los órganos reproductivos se desarrollen correctamente. A pesar de ello, los ovarios de la mujer sí estaban en perfecto estado.
Entonces, el procedimiento fue el mismo que en el caso sueco: fecundación in vitro. Seis meses después del trasplante, la mujer volvió a tener la regla y los médicos consideraron que era oportunidad para implantar el óvulo.
El embarazo fue normal, y la bebé nació levemente prematura (35 semanas) pero muy saludable; pesó 2.5 kg.
El útero fue retirado durante la cesárea, puesto que para evitar que el cuerpo rechazara el útero, la mujer debió someterse a un tratamiento inmunosupresor, muy duro para ella.
La vida después de la muerte
Como cualquiera puede imaginar, donar un útero en vida no es una decisión sencilla. Incluso una mujer que esté segura que no lo utilizará más (porque ya ha tenido suficientes hijos, porque ha entrado en la menopausia o porque no le interesa tener hijos), debe someterse a una complicada operación para extraer su útero.
Además, claro, vivir con un órgano extirpado puede traer complicaciones severas. Por eso, hasta el momento solo lo hacían mujeres muy comprometidas con la ciencia y/o con otra mujer muy querida que deseara ser madre.
Pero ahora, cualquier mujer que se anote como donante de órganos puede darle una oportunidad a otra mujer, que desee ser madre.
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Lógicamente, se trata del primer caso exitoso, y todavía queda mucho, pero...
¿No te parece maravillosa la idea de que en nuestro útero se pueda gestar vida, incluso después de la propia muerte?
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