Si pudieras transformar tus problemas en algo que no pudiera hacerte daño ni a ti ni a los demás, ¿qué sería?
Estos científicos de Islandia lograron lo que para muchos parecía imposible: llevaron el gas dióxido de carbono al estado sólido. De esa manera, y en forma de rocas, volvieron posible almacenarlo en la tierra y evitar que siga generando daño en la atmósfera.
¿Cómo lo lograron? Inyectaron dióxido de carbono con agua en rocas subterráneas de basalto y eso las convirtió en roca caliza en pocos meses, dejando atrapado el gas de manera estable, permanente y natural.
"Ya no es un gas", señaló Juerg Matter, autor principal de la investigación. "El CO2 básicamente se convierte en una piedra”, agregó.
Aunque claramente ésta no resulta una solución definitiva, podría representar una respuesta a corto plazo que tenga como horizonte la reducción significativa de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Tengamos en cuenta que hace poco, en la COP21 celebrada en París, se fijó el objetivo de alcanzar un aumento máximo de la temperatura del planeta de 1.5°C.
Esto, entonces, podría ayudar a que la temperatura media no se eleve demasiado y, por ende, puedan moderarse los cambios climáticos que se producen como consecuencia.
Aun así, esto no exime a los países de asumir su responsabilidad en la emisión de gases contaminantes y otros daños que provocan al ambiente en general.
Este proyecto se ha realizado en la central eléctrica de Hellisheidi, fue llamado Carbfix y publicado en la revista Science.
A pesar de los miedos que surgen respecto a que el gas vuelva a escaparse y liberarse en la atmósfera, los científicos señalan que hasta el momento no se ha encontrado ningún escape.
"Esto significa que podemos bombear grandes cantidades de CO2 y almacenarlo de una forma muy segura en un corto período de tiempo", explica Martin Stute, coautor del estudio.
Sin embargo, a pesar de ser una buena alternativa, es muy costosa, y requiere de decisión política para llevarla adelante.