Vivimos constantemente agitados, yendo de aquí para allá, corriendo, siempre buscando llegar a tiempo a una reunión, a un turno médico, al banco, al trabajo, a, a, a…
Posiblemente alguna vez sentiste que ese ritmo no es en verdad el tuyo o, al menos, no es el que te hace bien. Te sientes más acelerado/a que de costumbre; pero, al mismo tiempo, crees que no puedes parar.
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Piensa por un momento qué pasaría si a las personas que te rodean les pasara eso mismo que a ti, internamente. Posiblemente en algún momento explotarían, ¿no lo crees?
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Pues bien, eso es lo que ya sucede cuando estamos en una fila, en un atasque de tránsito, en el banco, en el supermercado… Cada uno/a siente que el mundo gira a su alrededor, que todo va muy lento, que pierde tiempo, que hay que apurar, que el de adelante está quitándote el lugar, etc, etc. Y ahí comienzan las peleas que a veces se desatan entre desconocidos, con una ira que parece tener poco que ver con eso puntual.
El error es llegar a este límite. Tener un ataque de ansiedad, de angustia, de ira, un poco de estrés, o simplemente enfermar porque nuestro cuerpo activa el disyuntor y nos recuerda que lo principal es que estemos bien.
Por eso, si sientes que en alguna situación puntual la ansiedad se apodera de ti y no puedes pensar con claridad, usa el truco de la mano.
- Es tan simple como poner la palma de una de tus manos frente a tus ojos.
- Concéntrate en la palma, inhala y exhala.
- Ahora, cierra los ojos e intenta visualizarla. Sigue inhalando y exhalando observando cómo se calma la respiración.
El truco de la mano es una forma muy simple y rápida de tomar conciencia de tu aquí y ahora. Todo eso que te parece trascendental, a veces no lo es tanto, es el propio aceleramiento que nos hace verlo así.
Puede hacerse también con un objeto; el más tradicional es una vela que se usa en la técnica Trataka, que significa en sánscrito mirar fijamente en contemplación.
No pierdas registro de cuidarte, de ponerte siempre como prioridad. Date el tiempo para mantener ese registro antes de que el cuerpo se te imponga para reclamarte ese momento de desconexión.
Fuentes: