El síndrome de Sjögren es una enfermedad autoinmune. Esto quiere decir que el propio sistema de defensa reacciona contra el organismo atacando las glándulas exócrinas, que son imprescindibles para que el cuerpo genere líquidos como la saliva y las lágrimas.
Es por eso que quienes lo padecen pierden la capacidad de lubricar, hidratar y suavizar partes esenciales de sus órganos. Por eso, uno de los síntomas más fáciles de notar es la sequedad, principalmente en la boca y los ojos.
Las personas que ya padecen una enfermedad autoinmune tienen entre un 20 y 30% de probabilidades de también tener este síndrome. Los factores de riesgo más frecuentes son la artritis reumatoide, el lupus eritematoso o la esclerosis sistémica.
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Cómo identificarlo
El síndrome de Sjögren es de desarrollo lento, por lo que puede demorar hasta 10 años en mostrar síntomas y detectarla con un diagnóstico correcto. Esto sucede porque puede pasar desapercibido por asociarse a otros cambios del cuerpo, como los de la menopausia.
Para detectarlo, se tienen en cuenta los síntomas y los exámenes físicos y de sangre. La prevención a tiempo evita complicaciones. Las más frecuentes tienen que ver con los ojos y la boca, como caries, candidosis oral (infección por hongos en la boca) y problemas de visión derivados de la sequedad en los ojos.
Puede aparecer a cualquier edad, aunque el grupo más común de riesgo son las mujeres a partir de los 40 años. Conoce los síntomas característicos para estar alerta:
Sequedad en la boca: todas las glándulas que generan líquidos y secreciones, como las que fabrican saliva, se ven afectadas por el síndrome de Sjögren. Las boqueras e inflamación en la lengua pueden ser un llamado de atención.
Problemas en la visión: por la poca producción de lágrimas, la vista puede volverse borrosa y es posible experimentar molestias, sequedad y dolor en los ojos. Se aconseja usar gafas oscuras que reducen la pérdida lagrimal.
Lesión en órganos: no es lo más frecuente pero si el problema se expande en todo el organismo puede desencadenar complicaciones en los riñones, pulmones y sistema nervioso, entre otros.
Otros síntomas: irritación de la piel (fragilidad y picor), sequedad nasal acompañada de sangrado o dolor, inflamación vaginal o sequedad y crecimiento de ganglios en la zona del cuello.
Tratamientos y recomendaciones
Todavía no existe una cura para el síndrome de Sjögren, pero simples cambios de hábitos acompañados con tratamientos paliativos son de gran alivio.
Prueba sustitutos artificiales: de saliva y lágrimas. Ayudan a calmar las molestias de los ojos y la boca siempre que se usen con la supervisión médica adecuada.
Tratamiento farmacológico: suele indicarse para casos de mayor gravedad. Son recomendadas las gotas o geles oculares, antiinflamatorios para las articulaciones, corticoides, entre otras opciones acorde al cuadro de cada paciente.
Ejercicio físico y alimentación equilibrada: la fórmula ganadora para mantenerse saludable junto con una buena hidratación.
Mejora tu salud mental: el estrés nunca es favorable, aléjate de él. Complementa tu rutina diaria con técnicas de meditación, yoga y asistencia terapéutica.
El descanso siempre es un buen remedio: dormir adecuadamente, un mínimo de 7 horas.
Baja tu exposición a ambientes secos: como lugares con viento, polvo o humo de tabaco. Evita también el ventilador o la calefacción y el aire acondicionado.
Consulta médica regular: el seguimiento con un profesional es la parte más importante de cualquier plan preventivo. ¡No olvides tu cita médica!