La tiroides es una glándula con forma de mariposa que se encuentra en el cuello, por delante de la tráquea. A pesar de su pequeño tamaño y su funcionamiento silencioso, la tiroides tiene un rol central en el cuerpo: es la encargada de producir las hormonas Tiroxina (T4) y Triyodotironina (T3) que regulan el metabolismo corporal y la función de diferentes órganos.
Cada célula del cuerpo depende de las hormonas tiroideas para su crecimiento y desarrollo; por eso influyen sobre la frecuencia cardíaca, el nivel de colesterol, el peso corporal, el nivel de energía, la fuerza muscular, las condiciones de la piel, la regularidad menstrual, la memoria y muchas otras funciones que nuestro cuerpo realiza constantemente.
A pesar de que muchas veces sus síntomas suelen pasar inadvertidos o vincularse con otro tipo de problemáticas, se estima que alrededor del 10% de la población mundial sufre trastornos tiroideos. Especialmente afecta a las mujeres, específicamente después de los 40 años, durante o después de un embarazo.
¿Cómo se detecta?
-El punto de partida principal son los síntomas que percibe el paciente como anormales en el funcionamiento de su cuerpo.
-Luego, se realiza la consulta con el médico especialista, que evalúa al paciente palpando el cuello.
-El análisis de sangre será la prueba más certera que determinará los valores de TSH y de la hormona tiroidea para corroborar sus niveles.
Con un diagnóstico correcto y a tiempo, se podrá aplicar el tratamiento más adecuado. La mayoría de los pacientes tratados pueden mantener su cuerpo en equilibrio y llevar su vida normalmente.
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?
Cuando la glándula falla, se produce un desequilibrio en la producción de hormonas, generando alteraciones en nuestro metabolismo.
Aunque hay indicios que nos podrían indicar algún tipo de anomalía, no hay un síntoma específico que permita detectarlo desde sus primeras etapas. Por eso, los exámenes de laboratorio clínico son la comprobación más certera.
Generalmente, las anomalías tiroideas se presentan con síntomas comunes, que pueden hacernos confundir con otros trastornos como el estrés, la fatiga, la depresión o la demencia. De ahí la importancia, por un lado, de estar bien informados para saber cuándo consultar a tiempo; y, por otro, de escuchar y estar consciente de lo que nuestro cuerpo nos informa.
La tiroides puede, por un lado, aumentar su tamaño modificando su estructura. Eso se denomina "bocio" y se presenta a través de un pequeño bulto en el cuello. En general son asintomáticos, pero pueden generar dificultades para tragar, respirar o producir cambios en la voz.
Por otro lado, las alteraciones de funcionamiento más conocidas son el hiper e hipotiroidismo, que pueden ser acompañadas o no del aumento del tamaño de la glándula.
¿Cuáles son los síntomas del Hipotiroidismo?
El hipotiroidismo es 4 veces más frecuente que el hipertiroidismo e implica la disminución de la producción de hormonas tiroideas. El desequilibrio generado puede derivar en el funcionamiento irregular del cuerpo, que puedes detectar en alguno de los siguientes síntomas:
-Fatiga
-Intolerancia al frío
-Perdida de apetito
-Aumento de peso (entre 2 y 4 kilos, producto de la retención de líquidos)
-Presión sanguínea elevada
-Piel fría, seca, áspera y rugosa
-Cabello más fino o más grueso y seco
-Dificultad para concentrarse y problemas de memoria
-Habla y movimientos más lentos
-Irregularidades en el ciclo menstrual
-Dolores musculares y de articulaciones
-Decaimiento y somnolencia
¿Cuáles son los síntomas del Hipertiroidismo?
A diferencia del hipotiroidismo, en este trastorno el cuerpo produce mayor cantidad de hormonas tiroideas de las necesarias, lo cual genera un incremento de la tasa metabólica corporal.
Dentro de los síntomas más frecuentes encontramos:
-Aumento de la frecuencia cardíaca (palpitaciones) y de la presión sanguínea
-Nerviosismo y ansiedad
-Insomnio
-Aumento del apetito y pérdida de peso
-Sensibilidad al calor
-Cabello fino y quebradizo
-Debilidad muscular
-Problemas de la vista
-Irregularidad menstrual
-Frecuentes evacuaciones intestinales
-Temblores
-Aumento de la sudoración
Tiroides y alimentación
La tiroides utiliza yodo para producir sus hormonas; elemento indispensable para su correcto funcionamiento que el cuerpo lo obtiene a partir de los alimentos. Un aporte deficientede yodo puede alterar el funcionamiento de la tiroides o agravarlo. Lo podemos encontrar en alimentos como: ajo, frijoles, yogurt, queso, leche, algas marinas, naranjas, manzanas, remolacha, acelga, cebollas, piña, etc. Si tienes dudas sobre como incluirlo de manera correcta, consulta siempre con tu médico nutricionista.
¿Qué comer si tengo hipertiroidismo?
En estos casos la dieta debe ser equilibrada y a la vez muy energética. Incluir lácteos (leche, yogur y queso), proteínas (huevos) y frutos secos.
¿Qué comer si tengo hipotiroidismo?
En estos casos, es imprescindible realizar una alimentación equilibrada y variada que contenga alimentos de todos los grupos, especialmente aquellos ricos en fibra y pobres en grasas. Se recomienda, también, aumentar la actividad física diaria.
Además de estos consejos, procura elimina de tu vida todo hábito dañino, como el sedentarismo, la cafeína o el tabaco. Elige opciones naturales y mantente siempre, conectado con tu cuerpo para poder escucharlo en el momento justo.