El 2022 inició con la suma de dos nuevas especies de anfibios para la ciencia en Ecuador. En enero, científicos describieron dos ranas del género Pristimantis en un espacio con gran biodiversidad: el corredor ecológico ubicado en medio de dos de los parques nacionales más importantes de los Andes ecuatorianos, el parque Llanganates y el parque Sangay.

Ecuador es uno de los países latinoamericanos con las tasas más altas de reportes de nuevos anfibios para la ciencia. Solo en el 2021, expertos describieron 11 especies de ranas, además de reportar una especie de rana de cristal que se pensaba que solo habitaba en Colombia. Así, Ecuador alcanzó la suma de 657 especies de anfibios, convirtiéndose en el tercer país con la mayor cantidad de estos animales. Los dos primeros sitios los tienen Brasil y Colombia. Sin embargo, hay que resaltar que estos dos últimos países tienen una extensión territorial mucho mayor.

La biodiversidad del corredor ecológico Llanganates-Sangay ha sido estudiada por años. Un artículo publicado el 10 de enero de 2022, en la revista ZooKeys, mostró los resultados de las investigaciones herpetológicas en dos montañas de este corredor, donde la fundación EcoMinga protege el bosque nuboso, en la cuenca alta del río Pastaza.

Este documento incluye la descripción de las dos nuevas ranas del género Pristimantis encontradas en la zona que, según los expertos del Instituto Nacional de Biodiversidad de Ecuador (Inabio), cuenta con una fuerte heterogeneidad en el paisaje y contiene linajes únicos de anfibios.

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En tres claves, te explicamos este importante hallazgo.

Algunas de las 11 nuevas especies de ranas descritas en Ecuador en el 2021.

1. ¿Cómo son?

La rana Pristimantis maryanneae fue vista y recolectada en la reserva Naturetrek Vizcaya, mientras que Pristimantis burtoniorum fue hallada en la reserva Machay. Estas dos reservas son parte de las 10 áreas protegidas privadas que EcoMinga tiene en la cuenca alta del río Pastaza, una región repleta de endemismos.

Pristimantis maryanneae. Foto: Juan Pablo Reyes-Puig.

Pristimantis maryanneae o cutín de Maryanne, mide entre 1.76 y 2.11 cm y se caracteriza por no tener tímpano visible externamente. Pristimantis burtoniorum o cutín de los Burton, mide entre 1.66 y 2.73 cm y se caracteriza por su coloración roja en las superficies ocultas de las extremidades posteriores, una fila de tubérculos redondeados a lo largo del hocico y un vientre rojo pálido con manchas marrón oscuro.

Pristimantis burtoniorum. Foto: Juan Pablo Reyes-Puig.

2. Las amenazas

Los expertos aseguran que estas dos ranas tienen cierto grado de protección por encontrarse entre dos grandes parques nacionales y gracias a que los registros de sus poblaciones están dentro de áreas bajo el cuidado de la fundación EcoMinga. Sin embargo, los anfibios son muy vulnerables a cambios en la temperatura y por eso ven en el cambio climático una gran amenaza, sobre todo para las especies distribuidas en los Andes. Además, el avance de las actividades humanas siempre será una preocupación.

Los investigadores aseguran que, si bien los Andes ecuatorianos han sufrido una grave destrucción y fragmentación del hábitat por la expansión de la deforestación, la agricultura y la minería, aún existen algunas áreas con bosques maduros que no han sido explotados debido a su compleja topografía, difícil acceso, protección privada o conservación para actividades turísticas.

“Desafortunadamente, todos estos sitios se encuentran bajo una fuerte presión antrópica, incluidas las concesiones mineras y la expansión de límites agrícolas, entre otros. Estas áreas privilegiadas han demostrado mantener una tasa extremadamente alta diversidad críptica [especies difíciles de diferenciar entre ellas] de pequeños vertebrados y contienen los últimos remanentes de poblaciones de numerosas especies amenazadas”, se lee en el artículo científico.

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Salida de campo en la reserva Vizcaya. Foto: Mario Yánez-Muñoz

3. El futuro de las ranas ecuatorianas

Durante los últimos cinco años, investigadores como Carolina Reyes-Puig, bióloga y coautora del artículo científico, han realizado estudios en otras zonas importantes, como la vertiente occidental de los Andes, en las provincias de Imbabura y Pichincha. Como resultado de estos esfuerzos, encontraron a la rana de hojarasca Noblella Mindo y pudieron comprobar que era nueva para la ciencia.

Este hallazgo se ha convertido en un argumento más para los colectivos que se oponen a la minería en el noroccidente de Pichincha y luchan porque se realice una consulta popular para prohibir las actividades mineras. Lo mismo ocurrió con la rana Noblella worleyae, otra diminuta especie descrita en 2020. Los científicos reportaron la presencia de este anfibio en diferentes sectores de la reserva Los Cedros, muy cerca del Bosque Protector Los Cedros. Toda la evidencia que han recabado los expertos muestra la importancia de la zona para especies endémicas y de distribuciones restringidas, sobre todo en una región que históricamente ha atraído la atención de las empresas mineras.

Según los científicos, es muy probable que en los próximos meses y años Ecuador le siga anunciando al mundo la descripción de nuevas especies de anfibios en el corredor ecológico Llanganates-Sangay, pues aún hay muchos hallazgos de las últimas expediciones que continuarán saliendo a la luz.

Noblella mindo mide entre 1.69 y 1.83 cm. Fotos: Matthijs Hollanders.

*Por Mongabay LATAM.