Si tienes plantas, seguramente pasaste por la situación de ver cómo en alguna de ellas las hojas se tornaban amarillas.
El nombre técnico del color amarillo en las plantas es clorosis, y significa que les falta clorofila, que es el alimento de las plantas, que ellas mismas fabrican.
La clorosis no tiene una causa única, sino que, tal como en las personas, un mismo síntoma puede ser señal de diferentes enfermedades o carencias. Para identificar el problema, debes tener en cuenta varios aspectos.
1. Demasiada agua
Si el color amarillo afecta a todas o muchas de las hojas, que se ponen de color amarillo intenso de modo parejo, es probable que la planta tenga demasiada agua.
Esto no necesariamente significa que estés regando de más. También puede ser que la tierra no tenga un buen drenaje y se forme lodo.
Para confirmar que esto es lo que pasa, toca la tierra con tus dedos, e intenta moverla. Si la notas apelmazada y siempre húmeda, no está drenando bien.
Para solucionarlo, airea la tierra: remuévela y mézclala con arena. Si es necesario, trasplántala a otra maceta.
2. Deficiencia de nutrientes
Las plantas también pueden ponerse amarillas porque la tierra no está bien abonada y no encuentran en ella algunos minerales que necesitan para fabricar su alimento.
Cuando les falta nitrógeno, fósforo, hierro o potasio (o están descompensados), las hojas comienzan a ponerse amarillas, por lo general no de forma pareja; sino que puedes observar primero que se aclaran los bordes, o las nervaduras, o que aparecen manchas.
En términos generales, puedes resolverlo agregando abono o compost al suelo, pero si quieres saber exactamente qué nutriente le falta puedes averiguarlo al final de esta nota.
3. Falta de luz
Cuando les falta luz, las plantas tampoco pueden realizar la fotosíntesis. En estos casos, más que amarillas, las hojas se tornan blancuzcas.
Para solucionarlo, deberás cambiarlas de lugar a donde sí estén al sol. Si tienes las plantas en el interior y te pasa esto con frecuencia, puedes averiguar qué plantas pueden vivir con poca luz.
Además de esas tres razones comunes, las plantas pueden ponerse amarillas por estar en suelos muy alcalinos o calcáreos, por ser regadas con aguas duras, o por algunas plagas. Además, las hojas amarillas son más débiles y las plagas las atacan con mayor facilidad.
También tienes que tener en cuenta que algunas plantas pierden sus hojas en otoño, cuando bajan las temperaturas. En esos casos, es normal que se pongan amarillas.
Si tus plantas están amarillas puedes seguir los siguientes consejos:
- Quita con cuidado las hojas amarillas, porque son débiles y atraen enfermedades o plagas.
- Si la planta está en una maceta, evalúa la posibilidad de trasplantarla a una más grande.
- Averigua el PH del suelo y cómo corregirlo.
- Utiliza tierra abonada y ten tu propia compostera en casa.
- Busca un lugar en el que le de más el sol.
- No utilices productos químicos para abonar ni para espantar insectos o plagas.