Los océanos cubren el 71 % del planeta y representan el 97 % de toda el agua en la Tierra. Gran parte de las aguas oceánicas no han sido exploradas ni estudiadas. Sin embargo, esto no resulta una condición necesaria para que estén contaminadas.

Uno de los principales contaminantes son los plásticos. Cada año, 8 millones de toneladas de plásticos terminan en los océanos. Estos provienen mayormente de las microperlas presentes en los productos cosméticos, las microfibras sintéticas de la ropa y los envases de un solo uso. El problema no solo son los plásticos en sí, sino también los contaminantes tóxicos que transportan al agua. En su conjunto, afectan a los peces y las aves.

Los océanos también sufren los derrames y efluentes de sustancias tóxicas, la contaminación acústica, la pesca indiscriminada y la acidificación del agua por el incremento del dióxido de carbono disuelto.

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La acidificación del agua dificulta la formación de las conchas y los caparazones de distintas especies marinas. También produce el blanqueamiento de los corales por la expulsión de los protozoos simbiontes.

Todo esto ha afectado por muchos años a los océanos y la biodiversidad que expone hoy es un fantasma de lo que fue alguna vez. El hábitat de muchas especies y las redes tróficas marinas han sido alteradas. Incluso el número de zonas muertas por su escasa concentración de oxígeno está en aumento.

La falta de acciones globales ponen a los océanos en el camino de convertirse en verdaderos desiertos. Frente a esta realidad, la ONU ha declarado la importancia de las Ciencias Oceánicas para este decenio 2021-2030. El secretario general de la ONU, António Guterres, expresó:

Para 2050, puede haber más plástico que peces en el mar. Y todos los arrecifes de coral tropicales del mundo podrían estar muertos a finales de siglo si no actuamos ahora. La protección y la gestión sostenible de los océanos es fundamental para la alimentación, los medios de vida y la mitigación de la alteración del clima y los desastres relacionados”.

El plan de Alexandra Cousteau y su equipo

La cineasta y activista Alexandra Cousteau ha desarrollado el proyecto Oceans 2050 basado en la ciencia y el mercado del carbono azul. El foco de este proyecto no está puesto en conservar los océanos y su biodiversidad, ya que actualmente están muy degradados. Sino que el objetivo de Oceans 2050 es restaurar la riqueza biológica de los océanos.

El plan se basa en expandir el cultivo de algas marinas, lo cual tiene varios beneficios. Por un lado, las algas absorben el carbono disuelto en el agua durante el proceso de fotosíntesis. El dióxido de carbono disuelto en el agua participa de reacciones químicas que reducen el pH del agua. Por lo que el cultivo de algas también contrarresta la acidificación de los océanos. Además, estos bosques submarinos pueden convertirse en el hábitat de otras especies marinas.

Actualmente, la industria del cultivo de algas cubre menos del 0,1 % de los océanos de todo el mundo y está destinada al consumo alimenticio.

El proyecto también busca la creación de créditos de carbono azul que se le otorguen a quienes cultivan algas marinas. De esta manera, los agricultores de algas pueden obtener un beneficio económico al vender dichos créditos a corporaciones que emiten gases de efecto invernadero.

De acuerdo con la presidenta de Oceans 2050, el proyecto es económicamente viable y permitirá evitar los pronósticos devastadores y devolverle su abundancia a los océanos. ¡Por más proyectos como este!

Fuentes:

- INFOBAE

- FORBES

- NOTICIAS ONU

- CONSERVATION INTERNATIONAL